All posts tagged: columnas de opinión

Una curiosidad editorial

¿Están entusiasmados con el lanzamiento de En agosto nos vemos, la novela inédita de Gabriel García Márquez? La verdad es que yo no. Resulta obvio que cuando muere un escritor famoso, hay muchas personas que ansían encontrar entre los papeles del fallecido, una obra inédita, correspondencia, fotografías, ensayos o cualquier material que pueda publicarse para aprovechar la ola del duelo colectivo. El factor emocional suele ser un elemento explotado por el mercado para promover un producto que genere ventas y ganancias abundantes. Pensemos, por ejemplo, en los llamados “productos nostálgicos”. Los migrantes buscan en sus países de destino los alimentos que consumían en su país de origen, no sólo para replicar sus comidas y tradiciones, sino para recordar, a través de sabores y texturas, el añorado terruño.

Flores chinas

 Se sabe que los juegos pirotécnicos se originaron en la antigua China. Como muchos inventos, su descubrimiento fue casual. Algún cocinero hizo experimentos combinando caña de bambú, azufre, sal y carbón, lo que provocó una pequeña explosión en su cocina y la emisión de una bellísima bengala centelleante. La pólvora ya era utilizada con fines militares. Los niños, como entretenimiento, tiraban al fuego tallos de bambú, que provocaban explosiones de fuerte sonido. Con el tiempo, los tallos fueron rellenados con pólvora, hojas de papel y una mecha, naciendo así los primeros petardos o cohetes. Se fueron haciendo mezclas con otras sustancias químicas que llevaron a la creación de los fuegos artificiales o “flores chinas”, como las llamó el cronista sirio Hasan al-Rammah. Su origen tenía que ver con el uso militar de la pólvora, ya que era necesario crear humo de varios colores para enviar mensajes a gran distancia. No faltó mucho para que fueran adaptadas como forma de entretenimiento para los emperadores.

Los ciclos despiadados de la historia

A veces, cuando me toca escribir esta columna, tengo muchos temas sobre los cuales me gustaría hablar. Hago listas de ideas que voy anotando, para que no se me olviden. Otras veces pareciera que no tengo nada que decir o, más bien, estoy como muda por dentro. Las palabras no brotan como yo quisiera porque hay asuntos que imponen silencio, asuntos ante los cuales, no se sabe qué decir. Hechos y eventos que nos abruman. Eso me pasó esta semana en que, al sentarme a seleccionar el tema de este texto, todo me parecía banal y frívolo, casi innecesario, en comparación con diferentes eventos mundiales y regionales, que veo acontecer.

Cuarenta años después

A inicios de marzo del 2013, visité El Mozote. Tenía que pasar unos días en Perquín, departamento de Morazán, resolviendo un asunto de trabajo. Aproveché para visitar ése y otros lugares de la zona. Conocía los nombres demasiado bien: San Fernando, Calle Negra, río Sapo, Arambala, Torola. Eran nombres mencionados con frecuencia en los partes de guerra de Radio Venceremos, pero eran lugares que conocía solo en fotos. Sentía que ir a Morazán era una deuda pendiente. Pensé que ir me ayudaría a comprender algo, aunque no tenía claro el qué. Fue similar a lo que sentí cuando, en 2011, fui a Sachsenhausen, un campo de concentración cercano a Berlín, Alemania.

Sin importar la edad

Hace pocos días me enteré de que un amigo está desempleado desde hace cuatro meses. El lugar donde trabajaba desde hacía algunos años, hizo un recorte de personal y despidió a varias personas. Mi amigo ha buscado trabajo desde entonces y no ha encontrado nada. Atribuye esto a su edad, ya que pasa de los cincuenta años. Lo primero que pensé al enterarme de la noticia es que debería ser prohibido despedir a la gente mayor. Un despido a esa edad significa lanzar a la persona a un limbo de incertidumbre en cuanto a su futuro laboral y su estabilidad económica. Por desgracia sabemos que muy pocos lugares emplean a gente mayor de 45-50 años, no importando sus capacidades o estudios, debido a una serie de prejuicios etarios.

Antes del adiós

Como ya se habrán enterado quienes suelen leer este espacio, la revista Séptimo Sentido cierra sus páginas. En consecuencia, también se cierra este espacio, “Gabinete Caligari”, que nació desde el inicio de la revista, en junio del 2008. Doce años y medio de columna terminan el próximo 27 de diciembre. Se me agolpan las palabras y las ideas, pensando en todo lo que quisiera decir respecto a este final. En principio, lamento mucho el cierre de la revista, uno de los pocos espacios impresos que se dedicó a un periodismo más de fondo, con entrevistas y crónicas que tocaron temas imprescindibles de país y que, por lo general, no suelen encontrar el espacio necesario en páginas de otros medios impresos. No en vano, algunos reportajes publicados por la revista ganaron reconocimientos internacionales, como el reciente Premio de Periodismo en Profundidad, otorgado en el 2020 por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) a la Excelencia Periodística. El premio fue concedido por la publicación de una serie de doce reportajes sobre el impacto de las desapariciones en …

Domingos

Durante muchos años de mi vida, odié los días domingo. Me parecían días muertos, aburridos, sin sentido. La laxitud, el silencio, las obligaciones familiares, una pereza resultante del agotamiento acumulado de la semana y una abrumadora sensación de soledad, moldearon las más de las veces esos días en los que no sabía ni qué hacer. Durante algún tiempo, intenté borrar el extraño sabor de los domingos probando diversas estrategias. Leía, escribía, escuchaba música. Eso me distraía del mal ánimo que me provocaba ese día, pero no del todo. Años después, durante un tiempo demasiado breve, los domingos fueron como una pequeña e íntima fiesta semanal que celebrábamos con Alguien, domingos en los que yo era terriblemente feliz. Cuando era niña, los domingos familiares tenían rutinas bastante inalterables. Después del desayuno, mi padre iba a una finquita que teníamos cerca de Panchimalco. Muchas veces lo acompañaba, con tal de eludir la otra rutina casera. Ese día no se hacía limpieza, pero sí se cocinaba algo especial. Por lo general hacíamos una barbacoa. Era el almuerzo familiar …

Burbuja rota

Hay demasiadas cosas pasando al mismo tiempo, cosas de las cuales resulta difícil abstraerse. Hasta el fondo de la burbuja que cada quien ha creado para protegerse de la pandemia, llegan las noticias de otras burbujas, comunicados asépticos y fríos por la falta de un cara a cara, de la mirada no pixeleada por alguna aplicación. Por mensajería electrónica, confesamos nuestras preocupaciones en confianza. Un amigo dice estar desesperado, ansioso por salir a la calle, abrumado por convivir tanto tiempo, todo el tiempo, con su grupo familiar. Pelean por cualquier cosa. Otro me dice que ha bajado mucho de peso, una talla completa de pantalón, para ser exactos, porque cada quien maneja sus tensiones de otra manera. Algunos comen por ansiedad. A otros, se nos cierra el estómago de la preocupación. Algunos, demasiados, se aburren con el súbito tiempo libre del cual disponen. Otros se abruman por la soledad. Hay quienes pueden abstraerse del estado de ánimo general e inventan sus propias formas de evasión, utilizando el tiempo para leer, tomar cursos, ver películas o …

La cuarentena de la cultura

Comenzó de manera imperceptible. Debido a la emergencia del coronavirus, se empezaron a cancelar numerosos eventos públicos para evitar aglomeraciones y limitar el contagio. Teatros, cines, festivales, conciertos, museos, librerías fueron de los primeros afectados, muchos con cierres indefinidos y postergación o cancelación de eventos. Algunos músicos decidieron hacer algo para compensar al público que ya había comprado sus boletos. Comenzaron a transmitir por internet conciertos desde los teatros vacíos. A medida que la emergencia se intensificó y que la cuarentena domiciliar se incrementó, más músicos realizaron transmisiones similares desde sus propios confinamientos.  A los museos se les ocurrió entonces abrir de forma gratuita y general los contenidos por suscripción de sus páginas web. Algunos escritores regalaron sus libros en formato electrónico. Las librerías, aunque cerradas, ponían a disposición envíos domiciliares de libros. Súbitamente, hay una gran avalancha cultural disponible de forma gratuita para millones de personas alrededor del mundo que, encerradas en sus casas y sin saber bien en qué ocupar tanto tiempo libre inesperado, encuentran una reconfortante fuente de distracción en películas, libros, …

Salto al vacío

Es curioso como cada campaña electoral que nos toca sufrir a los salvadoreños, termina siendo calificada como “la peor, la más sucia, la más baja” de todas. Aunque nos cuesta imaginarlo en el momento, la verdad es que cada una supera a la anterior por la pésima manera en que es manejada por los diferentes partidos políticos, por los eventos que se desarrollan en torno a ella y por el tono de cada uno de los candidatos, tanto por lo que dicen como por lo que dejan de decir o hacer. Durante la presente campaña hemos visto y escuchado de todo. Destapes, acusaciones, golpes, insultos, amenazas, agresividad, populismo, troles, arrogancia, evasivas, ridiculeces, todo ello mientras el panorama nacional sigue desangrándose con la violencia y con la salida del país de cientos de compatriotas que no ven otra escapatoria a la situación que vivimos. También fuimos sometidos a eventos que llamaron “debates” pero que, en la práctica, no resultaron ser más que entrevistas públicas colectivas y no un verdadero cuestionamiento de temas dudosos sobre sus eventuales …

Diez años de columna

Con la aparición de la revista dominical Séptimo Sentido, comenzó también esta columna, que ahora cumple nada menos que diez años. El compromiso de publicar un texto de manera quincenal, me ha brindado innumerables lecciones como escritora y como ser humano. El hecho de escribir con la certeza de que alguien va a leer el texto, impone una exigencia diferente a la que impone la escritura literaria. La escritura de ficción es un ejercicio que hago viendo hacia adentro de mí misma, escuchando mi imaginación y mis emociones, y tratando de la manera más fiel posible, de transcribir eso en palabras. Es una escritura personal, sin concesiones a las modas editoriales, porque los tiempos de escritura y publicación de la ficción son más largos que los de la prensa escrita. No tendría sentido escribir en función de complacer un mercado o una moda pasajera, cuando lo que se quiere es contar una historia que perdure en el tiempo y que nazca del corazón. Pero la escritura de una columna de opinión implica pensar hacia afuera, …

La discriminación silenciosa

El otro día pregunté por un conocido. Me dijeron que Pedro (nombre ficticio) fue despedido de su trabajo. La empresa había decidido hacer una reestructuración interna. Casualmente todos los despedidos (más de diez personas) eran los de mayor edad. Hace meses, otra conocida, Sonia (también nombre ficticio) se entusiasmó con la idea de estudiar un doctorado en una universidad nacional. Todo iba bien hasta que comenzaron a asignarse tareas en grupo. Nadie quería aceptarla en ninguno. ¿El motivo? Su edad. Sonia ronda los cincuenta años y los demás compañeros eran menores. Ella propuso al profesor hacer las tareas por su cuenta, pero éste dijo que no se podía, porque las tareas estaban diseñadas para hacerse en equipo. Escribió una carta a instancias superiores para buscar una solución. La respuesta fue de solidaridad protocolaria, pero no sirvió para hacer una excepción y lograr que la estudiante pudiera cumplir sus tareas de forma individual. Resultado: Sonia se deprimió y se retiró de la universidad. Estos son apenas dos casos de muchos en los que entra en juego …