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No todos los filósofos matan a su mujer

El odio que el filósofo Althusser profesó a su padre a lo largo de toda su vida se debía al doble martirio que había infligido a su madre, violarla en el lecho por las noches y humillarla en público al galantear con sus amigas. Había dejado a Lucienne el hogar y los hijos, para él se había reservado el trabajo, el dinero y el mundo exterior. Llegado el tiempo cuando Althusser ya era un ser misántropo y paranoico, sobre este sustrato vital entró la figura de su mujer Hélène, condenada a soportar sus continuas depresiones. El martirio de su esposa se sobrepuso al de su madre. Se estaba repitiendo la historia. Frente al éxito intelectual del filósofo reconocido en todo el mundo, Hélène vivía condenada a un segundo plano, nadie preguntaba por ella, para los devotos y admiradores de su marido ella no existía. El hecho de que todas las llamadas fueran para él y ninguna para su mujer el filósofo lo llevaba como un suplicio entre la compasión y el desprecio. No obstante era …

Zygmunt Bauman: “Hoy nuestra única certeza es la incertidumbre”

¿En qué punto estamos hoy? Estamos asustados por la fragilidad y la vacilación de nuestra situación social, vivimos en la incertidumbre y en la desconfianza en nuestros políticos e instituciones. Estudiar una carrera ya no se corresponde con adquirir unas habilidades que serán apreciadas por la sociedad, no es un esfuerzo que se traduzca en frutos. Toda esta precariedad se expresa en problemas de identidad, como quién soy yo, qué pasará con mi futuro. Y así llegamos a sus fluidos: sociedad líquida, amor líquido, miedo líquido… Sí, la modernidad líquida, en la que todo es inestable: el trabajo, el amor, la política, la amistad; los vínculos humanos provisionales, y el único largo plazo es uno mismo. Todo lo demás es corto plazo. No se da el tiempo para que ninguna idea o pacto solidifique. Este enfoque ya forma parte de la filosofía de vida: hagamos lo que hagamos es de momento, por ahora. Zygmunt Bauman: entrevista completa (Revista Ñ).

“Psicoanálisis y literatura son la misma cosa”: Julia Kristeva

Yo estoy en un momento avanzado de mi vida, y al mismo tiempo no me siento en la hora de los balances. En mi familia, en Bulgaria, mi madre, de una genealogía de varias generaciones de misticismo judío religioso, era bióloga, y me había transmitido el darwinismo. Mi padre era muy creyente, y había hecho el seminario antes de ser médico; esa era su forma de resistir un poco al comunismo duro. A través de lecturas nos transmitió el amor por las lenguas, pero su religión era sobre todo la cultura. Me empujaban fervientemente a mí y a mi hermana a aprender lenguas extranjeras. Bulgaria, además, es el único país del mundo que festeja un día de la cultura, todos los 24 de mayo, que es el día de la creación del alfabeto eslavo. Sé, por lo pronto, que en ese contexto me crié. Cuando llegué a Francia, al alba del año 68, cuando la universidad francesa empezaba a desperezarse, recalé directamente en los cursos de Roland Barthes y de Emile Benveniste. Que yo fuera …

La cultura… ¿salvavidas de Europa?

Hay que empezar a dejar de pensar en la cultura como en “una isla autónoma dentro del marco social”, señalaba ayer en el mismo sentido el abogado y lobbista cultural Philippe Kern. “En estos momentos hay que situarla en el centro del discurso social y económico de la nueva sociedad”, añadía, “y no solo porque actualmente la industria cultural proporciona millones de empleos y supone una parte importante del PIB, ni tampoco porque cuando China quiere desarrollar una economía creativa viene a Europa en busca de talento, sino porque aunque no nos demos cuenta, es nuestro principal recurso económico, como lo sería el petróleo para otros”. “Cuando hablamos de innovación”, añadió, “pensamos que solo procede del campo de la tecnología, cuando en realidad es el campo de la tecnología el que bebe de las ideas y tendencias que surgen del campo de la cultura”. “Hay que atraer artistas a las empresas, para que con su mirada ofrezcan alternativas”, añadía. La cultura, además, tiene una dimensión añadida: crea solidaridad entre la gente y esto es lo que ahora …

Conversaciones con Emil M. Cioran

J.L.A. ¿Cuál es su primer recuerdo del tedio? E.C. Fue durante la primera guerra. Tenía cinco años. Una tarde, de verano sin duda, todo lo que me rodeaba perdió sentido, se vació, se inmovilizó: una especie de angustia insoportable. Aunque entonces no pudiera formular lo que ocurría, me estaba dando cuenta de la existencia del tiempo. Nunca he podido olvidar aquella experiencia. Hablo del tedio esencial, que es una toma de conciencia extraordinaria de la soledad del individuo. Me resulta un sentimiento tan ligado a mi vida, que estoy seguro de que podría sentirlo hasta en el paraíso. Evidentemente, si nos marca de manera tan profunda, es porque se trata de la expresión capital de nosotros mismos. En estos momentos el hastío tiene mala prensa; de alguien que se aburre suele decirse que está vacío, lo cual no es cierto, pues ese vacío conlleva una explicación del mundo. Por eso me ha interesado tanto el tedio monástico, la acedia, el hecho de que la vida monástica está presidida por la tentación, por el peligro del tedio. A los monjes egipcios siempre se les …

“Tranquilícese, todo está mal”

La conciencia de la tragedia de morir no lleva al pesimismo, sino, por el contrario, a la celebración del gozo de vivir: al hedonismo. Para el filósofo Clément Rosset es evidente: el conocimiento de lo trágico nos conduce a la alegría. Si hubiese que concentrar su filosofía en una línea, esa sería la forma más certera y adecuada de plantearla. La celebración del gozo de vivir es una consecuencia de lo irremediable y constatable de nuestra muerte. “Tranquilícese, todo está mal”.

Amartya Sen, el imperativo ético de un mundo más justo  

El crecimiento económico puede, por supuesto, ayudar a eliminar la pobreza pero, por sí mismo, no hará jamás lo que es necesario ni tampoco acabará con la miseria con la velocidad suficiente. Lo que hace falta son políticas públicas que complementen lo que el crecimiento económico por sí mismo no es capaz de hacer sin su ayuda. No se trata de negar lo que el crecimiento económico puede hacer en la materia, sobre todo si está bien apoyado por una política pública. Pero es un error dejarle toda la responsabilidad. Amartya Sen, el imperativo ético de un mundo más justo – lanacion.com .