Leyendo a Carlos Fuentes
A propósito del fallecimiento del escritor mexicano Carlos Fuentes el pasado 15 de mayo, un amigo me confesó, apenado, que a él no le gustaban mucho sus libros. Supongo que habrá cientos de personas que comparten la opinión de mi amigo y que para ellos, la escritura de Fuentes es simplemente algo que no les agrada, por variedad de motivos. Esto me parece comprensible: en cuestión de gustos se rompen géneros. Le comentaba a este amigo que me parecía que Fuentes había tenido su momento para ser leído pero que algunas obras en particular son, definitivamente, piezas que merecen la pena explorarse. En lo personal, llegué a la lectura de Fuentes de una manera casual. Fue en 1980, en Berlín Occidental (todavía existía el muro que dividía aquella ciudad). Yo había llegado allá por orden de mis padres, huyendo de la guerra que se había desatado en El Salvador. Las pertenencias eran pocas, apenas algo de ropa y que yo recuerde, ningún libro. Para mí, lectora voraz, el estar sin leer era un suplicio. Pronto …