Month: March 2011

Romero: voz y mirada

La semana pasada fue inaugurada en el Museo Nacional de Antropología (MUNA) de San Salvador la exposición fotográfica “Romero: voz y mirada”, una colección de fotografías inéditas, en la que se exhiben no solamente fotos inéditas suyas sino fotos tomadas por él. Resulta que Monseñor era un fotógrafo aficionado y que tenía muy buen ojo fotográfico, y esta exhibición presenta al público, por primera vez, la manera en que el propio Monseñor vio a su pueblo y su país. Meses antes de morir, Monseñor Romero le dio a guardar a Santos Delmi Campos un cofre con 400 fotografías y diapositivas porque, según le dijo el mismo Monseñor, “usted es bien ordenada”. Esto lo contó la propia Delmi en el acto de inauguración. El año pasado, cuando se cumplieron 30 años del martirio de Romero, Campos decidió donar las imágenes al Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) para su rescate, conservación y difusión. Una muy pequeña muestra de ellas están en exhibición en las instalaciones de dicho museo, pero ésta es la primera vez …

Virginia Woolf: formas de narrar la angustia

Examinemos por un instante una mente corriente de un día corriente. La mente recibe un sinfín de impresiones: triviales, fantásticas, evanescentes o grabadas con afilado acero. Llegan de todos lados, una lluvia incesante de innumerables átomos; y al caer, al tomar forma como la vida del lunes o el martes, el acento recae de modo distinto que antaño; el momento de importancia no venía aquí sino allí; de manera que si un escritor fuera un hombre libre y no un esclavo, si pudiera escribir lo que quisiera, no lo que debiera, si pudiera basar su obra en su propia sensibilidad y no en convenciones, no habría entonces trama ni humor ni tragedia ni componente romántico ni catástrofe al estilo establecido, y quizá ni un solo botón cosido como lo harían los sastres de Bond Street. La vida no es una serie de lámparas de calesa dispuestas simétricamente; la vida es un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos recubre desde el principio de la conciencia hasta el final. Virginia Woolf: formas de narrar la angustia.

“La libertad de un escritor”, Tennessee Williams

¿Qué es ser un escritor? Yo diría que es ser libre. Ya sé que hay escritores que no son libres, que trabajan asalariados, lo cual es una cosa muy distinta. Es posible que profesionalmente sean mejores escritores, tomado lo de “mejor” en su sentido convencional. Están al tanto de las exigencias de los éxitos comerciales y satisfacen a sus editores, y es de suponer que también a su público. Pero no son libres, y por lo tanto no son lo que considero un auténtico escritor. Ser libre es haber alcanzado el objetivo de tu vida. Significa toda clase de libertades. Significa la libertad de pararse cuando uno lo desea, de ir donde le apetezca y en el momento que le apetezca; significa ser viajero aquí y allá, un viajero que pasa por muchos hoteles, triste o contento, sin obstáculos ni demasiado pesar. Significa la libertad de ser. Y como observó alguien muy sabiamente, si uno no puede ser uno mismo, ¿qué sentido tiene ser nada en absoluto?  

Centenario de Tennessee Williams: El futuro se llama “tal vez”…

“A los catorce años descubrí la escritura como un escape del mundo real, en el que me sentía terriblemente incómodo. De inmediato se convirtió en mi lugar de retiro, mi cueva, mi refugio. ¿De qué me refugiaba? De que me llamaran mariquita los chicos del barrio, la señorita Nancy y mi padre, porque prefería leer libros en la biblioteca grande y clásica de mi abuelo a jugar a las bolitas, al béisbol y a otros juegos normales de chicos, como resultado de una grave enfermedad infantil y de un excesivo apego a las mujeres de mi familia, quienes habían logrado que volviera a tomarle el gusto a la vida”. Ya antes de cumplir los 20 años, Williams era un escritor “confirmado”, como él mismo dice, por la fuerte vocación y el trabajo: poeta, narrador, dramaturgo, y si bien toda su vida mantendría esa riqueza de géneros, el teatro será la producción a la que dedicará mayores esfuerzos. Centenario de Tennessee Williams: El futuro se llama “tal vez”…

El mayor perdedor con los libros electrónicos

Los autores de Freakonomics, Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, le han puesto números y tinta a todo este asunto del surgimiento de los libros electrónicos. El desbordante entusiasmo que éstos causan y sus precios, por lo general más bajos que los libros en papel, suponen una ventaja para los lectores. Los editores han estado en muchos casos reacios a incorporarse a este nuevo mercado, sobre todo los editores en español, pero poco a poco han ido cediendo a medida que, precisamente, alguien llega, numeritos en mano, a demostrarles que las pérdidas no son tales, porque el verdadero perdedor al final del día en toda esta historia es… ¡el autor! Freakonomics demuestra con pesos y centavos, poniendo ejemplos de algunos títulos considerados éxitos de ventas, lo que terminan ganando y perdiendo en las ediciones en papel y en electrónico. Mi postura personal desde hace algunos años es que los derechos de autor tienen que reconsiderarse y deben tener una revolución drástica, aunque todavía no se me ocurre cuál sería la fórmula pertinente para sustituirlos. …

“La gallina degollada”, cuento de Horacio Quiroga

El mayor tenía doce años, y el menor ocho. En todo su aspecto sucio y desvalido se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal. Esos cuatro idiotas, sin embargo, habían sido un día el encanto de sus padres. A los tres meses de casados, Mazzini y Berta orientaron su estrecho amor de marido y mujer, y mujer y marido, hacia un porvenir mucho más vital: un hijo: ¿Qué mayor dicha para dos enamorados que esa honrada consagración de su cariño, libertado ya del vil egoísmo de un mutuo amor sin fin ninguno y, lo que es peor para el amor mismo, sin esperanzas posibles de renovación? Así lo sintieron Mazzini y Berta, y cuando el hijo llegó, a los catorce meses de matrimonio, creyeron cumplida su felicidad. La criatura creció bella y radiante, hasta que tuvo año y medio. Pero en el vigésimo mes sacudiéronlo una noche convulsiones terribles, y a la mañana siguiente no conocía más a sus padres. El médico lo examinó con esa atención profesional que está visiblemente buscando …

Cinco poemas de Alejandra Pizarnik

Afuera hay sol. No es más que un sol pero los hombres lo miran y después cantan. Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento. Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra. Yo lloro debajo de mi nombre. Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad bailan conmigo. Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueños enfermos. Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas. Cinco poemas de Alejandra Pizarnik | Zona Literatura.

Shakespeare contra las maras en El Salvador

Los alumnos, que provienen de comunidades rurales, son jóvenes en desventaja económica y riesgo social, que en teoría tienen condiciones comunes con quienes se enrolan en las pandillas. Y, aunque la violencia y el asedio existen, en esta zona están vedados. Según [Tatiana] De la Ossa, el nivel organizativo que tiene la población, como sobrevivientes de la guerra, hace viable el teatro e impide que las maras aniden en el lugar. Además de la escuela teatral, Suchitoto también alberga un proyecto de difusión del cine impulsado por la Unión Latina -organización internacional que reúne 36 países de lenguas neolatinas- y Casa Clementina, una organización con sede en Nueva York y Suchitoto dirigida por la cineasta salvadoreña, Paula Heredia. Heredia, productora de la cadena HBO, anticipa a BBC Mundo que pretende hacer del pueblo “la capital cultural de El Salvador”. “En abril inauguramos un seminario de producción ejecutiva para cine con la participación de productores y distribuidores de Italia, Inglaterra, México, Estados Unidos y Venezuela”, dice Heredia, salvadoreña ganadora de dos premios Emmy. En este contexto …

Modigliani, Meryle Secrest

In art circles, hashish, cocaine and opium were as common as wine. And as time went on, people who knew Modigliani commented on his increasing and excessive use of such substances, often basing their observation on changes in his appearance (by the time he reached his 30s he was losing his teeth) and on episodes of aggressive public hostility. It is exactly on the subject of Modigliani’s reputed self-destructiveness that the revisionist crux of Secrest’s book lies. She is at pains to dispel the idea that a descent, sometimes depicted as willful, into alcoholism and drug addiction was the primary cause of his decline and death at such an early age. Rather, she says, he consciously used intoxicants as a cover to hide a “great secret,” that being the recurrence of his tuberculosis. In remission since childhood, it now returned full-blown, accompanied by symptoms like spasmodic coughing, stretches of lassitude and bouts of erratic behavior. Secrest suggests that Modigliani, terrified of the social ostracism that would result if he were known to have the highly …