Month: June 2016

CMR: El insurrecto solitario

Ocurrió algún sábado de 1984, en la siempre calurosa Managua. Había leído en un suplemento cultural la conmovedora historia de una guerrillera salvadoreña que un día cualquiera, acaso presintiendo su muerte, anotó sus poemas en papel de cigarro para que un compañero los sacara del frente de guerra. Pocos días después moriría en un cruento combate en el cerro de Guazapa. La poeta guerrillera se hacía llamar Rocío América. Leí sus versos pero ocurrió algo: reconocí mis propios poemas, unos que había escrito pocos años antes pero que estaban guardados en el fondo de alguna gaveta y que no tenía la intención de publicar jamás.

¡Ali, Ali, Ali!

En El Salvador de aquellos años sólo había dos canales de televisión. Ambos transmitían un par de horas al mediodía y unas cuantas horas en la noche. Cuando los periódicos anunciaban algún evento internacional que se transmitiría vía satélite, el asunto causaba expectativa nacional. En un tiempo donde los únicos medios de comunicación eran la prensa escrita, la televisión en blanco y negro y la radio, la posibilidad de ver algo “en vivo y en directo” era lo más avanzado a nivel tecnológico que podía ocurrir. Mis padres no eran devotos de ningún deporte, pero ver una pelea del campeón de pesos pesados Cassius Clay era todo un acontecimiento. Por los periódicos sabíamos del boxeador que se autoproclamaba “el más grande”, sin ningún tipo de humildad, con toda la fanfarronería y grandilocuencia posibles. Los periodistas insistían en seguirlo llamando Cassius Clay, aunque éste ya se había convertido al Islam y se había cambiado el nombre a Muhammad Ali, para honrar al profeta de su nueva fe.

Lucía bailando para James Joyce

El irlandés James Augustine Aloysius Joyce, mejor conocido como James Joyce, escribió dos libros paradigmáticos, de esos que siempre todos dicen que deben leerse porque son “obras maestras”: Ulises y Finnegan’s Wake. Leer Ulises, un libro de casi mil páginas, no me fue tarea fácil. Había comprado los dos tomos de la edición de Bruguera, en la traducción de José María Valverde, en algún viaje que hice a la ciudad de México en el 84 o el 85. Por lo menos tres veces había intentado leerlo y no podía seguir. No lo entendía, me aburría. Pero pudo más la infinita curiosidad de descubrir por mi cuenta por qué era un libro tan importante para la literatura. Así es que lo seguí intentando.

El futuro climático

Lo que hasta hace poquísimos años era una amenaza incierta, se ha convertido en nuestra realidad. Estamos en pleno cambio climático y el proceso, según opinan los científicos, es irreversible. De inmediato pensamos en eventos extremos como sequías y huracanes, el aumento de las temperaturas, el derretimiento de los glaciares y el hundimiento de islas y territorios costeros. Más de alguno piensa que eso del cambio climático es un problema que sólo pueden resolver los gobiernos y que “sólo tiene que ver con la naturaleza”, es decir, que no le impactará de manera directa. Pero limitar el cambio climático a un fenómeno que “nada más” afectará a la naturaleza es quedarse en lo superficial. Porque las afectaciones que implica calarán en la humanidad de manera profunda, incluso en áreas que ni imaginamos.