Month: May 2016

Contar la posguerra

¿Se ha contado la posguerra en nuestra literatura? ¿Se ha contado en los demás países centroamericanos que también vivieron sus propias guerras durante la década de los ochenta? ¿Cómo se ha contado? ¿Quiénes la han escrito? ¿Es válido encasillar a todos los escritores que publicaron obra después de 1992 como “escritores de posguerra”? Fueron algunas de las preguntas que me rondaron la cabeza desde el instante en que me propusieron participar en un conversatorio llamado “¿Cómo se contó la posguerra?”. Esta fue una de las diversas actividades realizadas durante el Foro Centroamericano de Periodismo 2016 (Foro CAP), organizado por el periódico digital El Faro, que se llevó a cabo del 9 al 14 de mayo en San Salvador. Junto con Carlos Fernando Chamorro, periodista nicaragüense, editor y fundador de Confidencial; Enrique Naveda, director del periódico digital guatemalteco Plaza Pública y Miguel Huezo Mixco, escritor y moderador de la mesa, reflexionamos sobre este tema, no sólo desde el punto de vista del periodismo sino también desde la literatura.

¿Tú me comprendés?

Un amigo panameño me preguntó alguna vez cómo se aprende a vosear. En Panamá no usan el “vos” y a él le parecía que hablarlo era casi como hablar otro idioma, por la diferenciación en la conjugación de los verbos. Él entendía cada palabra pero era incapaz de contestarme en clave de “vos”, aunque se empeñó en hacerlo en un par de ocasiones. La pregunta me llamó la atención. Para nosotros, los centroamericanos, el uso del “vos” se da de forma natural. Lo curioso del aprendizaje del voseo es que se hace de manera informal, es decir, es un aprendizaje estrictamente oral. Aunque el voseo se usa en toda Centro América (menos Panamá), en algunos lugares al sur del Estado de Chiapas (en México), algunos lugares de Colombia y Bolivia, y en  Argentina, Uruguay y Paraguay, la conjugación verbal que aprendemos en la enseñanza primaria no incluye el voseo, aunque sí incluye el uso del “vosotros” usado en España, pero no en Latinoamérica.

El cuento que se convirtió en novela

El 3 de mayo de 2013, es decir hoy hace exactamente tres años, estaba acostada en el sofá de mi casa pensando cuál debería ser mi siguiente proyecto de escritura. Meses antes había dado por terminada mi novela El asesino melancólico y después de una pausa me pareció que era hora de empezar con otro proyecto. Pensé en comenzar a escribir alguna de esas historias que siempre he dicho que “algún día voy a escribir”. Y se me vino una a la mente, algo que me ocurrió en Nicaragua a fines del 90, una de esas situaciones en las que decimos que la realidad supera a la ficción.