¿Cómo está? Se lo pregunto, no en esa forma automática, coloquial y vacía con la que acostumbramos saludar a conocidos y extraños cotidianamente, sino que se lo pregunto para saberlo de veras. Por lo tanto, tampoco espero esa respuesta automática e hipócrita que damos por igual a conocidos y extraños, “bien”, aunque sea mentira, aunque el mundo se nos esté cayendo en pedazos. Ojalá, por una vez en la vida, diera una respuesta sincera a esa pregunta. En serio: ¿cómo está? ¿Cómo se siente? ¿Cómo está su corazón? ¿Sus sentimientos? ¿Su interior? ¿Es usted una persona feliz? Si viese hacia atrás en su vida, corta o larga, ¿consideraría que ha aprovechado el paso de sus años por la tierra? Cada segundo, cada minuto, cada día, cada mes, cada año, ¿los ha aprovechado? ¿Los ha exprimido? ¿Los ha vivido con intensidad, con consciencia del presente? ¿O los ha dilapidado en odios, rencores, rencillas, malos entendidos, envidias, dudas, prejuicios, separaciones, preocupaciones, pereza, en dejar pasar el tiempo en problemas que usted pudo haber solucionado si se hubiera …