All posts tagged: Memoria

La memoria de todos

El ser humano está hecho de recuerdos. ¿Cuántas veces al día recordamos algo del pasado, cercano o lejano? ¿Qué sería de nosotros si olvidáramos cosas que, aunque relacionadas con el aprendizaje y la repetición, siguen funcionando porque recordamos cómo hacerlas?  Cuando hablamos de memoria, se piensa que está limitado a un concepto colectivo, de trascendencia masiva. Que la memoria solamente es importante para nuestras sociedades cuando se refiere a eventos nacionales, regionales o globales; eventos que ocurrieron a gran número de personas o que constituyen los capítulos de la historia, enredados con los nombres de quienes consideramos “las personas importantes” de un país. Pero la memoria existe para todos. El recuerdo cotidiano e individual de los eventos familiares o personales forma también parte de esa gran memoria colectiva y, por tanto, es un elemento importante en la formación de nuestra identidad individual, familiar y social. La memoria personal, representada en cartas, diarios, fotografías, recetas de cocina, conmemoraciones, tradiciones y objetos guardados, hablan de una época, del estado de cosas alrededor de quien las vivió. Su …

Guardianas

El próximo 17 de junio aparecerá a la venta en los Estados Unidos el libro Guardianas: Despachos de la Asociación de Parteras Rosa Andrade (APRA). Publicado por la editorial Seven Stories Press de Nueva York, el libro es una colección de testimonios de parteras salvadoreñas, muchas de las cuales comenzaron su experiencia como tales en los años de la guerra civil. La edición bilingüe, de 272 páginas, fue traducida por Emma Lloyd e incluye una sección de fotografías. Los testimonios fueron recopilados en el 2019 por la salvadoreña-estadounidense Noemí Delgado, quien convivió durante diez meses con mujeres pertenecientes a APRA. Esto fue posible gracias a la beca “Public Health Fullbright Fellowship”. Delgado fue también codirectora, junto a Shara Lili, del cortometraje documental Matronas: The Struggle to Protect Birth in El Salvador (2021).

La ciudad y sus fantasmas

Hace algunas semanas tuve oportunidad de ver un documental que me impresionó mucho. Se trata de Occupied City (Ciudad ocupada) del cineasta británico Steve McQueen. El documental se centra en la ocupación nazi en los Países Bajos, ocurrida entre mayo de 1940 hasta la rendición alemana en mayo de 1945. Como ocurrió en sus territorios ocupados, los nazis se encargaron de deportar y ejecutar a todos los judíos que encontraron, así como a miembros de la resistencia, comunistas, discapacitados físicos o mentales, homosexuales, sintis y romaníes. La mayoría fueron enviados a campos de concentración, aunque muchos otros fueron ejecutados en sus viviendas, escondites, durante acciones de sabotaje o intentos de fuga.

Entrada al campo de concentración de Auschwitz

Auschwitz siempre

El 27 de enero pasado se cumplieron 80 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz. La fecha ha sido nombrada como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, según una resolución tomada por la Asamblea General de la ONU en 2005. Es importante recordar que, entre los millones de personas que fueron asesinadas o que perecieron debido a las infames condiciones de los campos de concentración, no sólo se encontraban judíos, sino también personas perseguidas por ser homosexuales o bisexuales, personas acusadas de ser opuestas al régimen nazi, personas de raza negra, criminales (asesinos, ladrones, falsificadores, etc.), personas con discapacidades físicas o enfermedades mentales, prisioneros de guerra soviéticos, testigos de Jehová y población roma y sinti (conocidos popularmente como “gitanos”).

Memoria y ripio

Desde 1992, cuando el país buscaba cómo reconstruirse después del trauma de la guerra, se convirtió en una constante por parte de numerosos artistas, escritores, académicos e investigadores, insistir ante las autoridades sobre la importancia de la inversión en cultura. El tema no era un capricho. La cultura es siempre uno de los primeros aspectos a destruir cuando ocurren conflictos bélicos, sean internos o externos, porque al hacerlo se ataca algo vital para debilitar al enemigo de turno: su identidad y su orgullo nacional. Insistir en la inversión en cultura en un país como El Salvador se hacía desde la esperanza que significó la firma de los Acuerdos de Paz, desde la idea de una nueva oportunidad para reordenar el estado de cosas de nuestro siempre atribulado país. La cultura podía ser una herramienta de acompañamiento imprescindible para la reconstrucción, sobre todo de nuestra estructura social y comunitaria. Una herramienta que podría servir para el reencuentro de nuestra gente a partir de la identificación de lo que nos une como nación y de lo que …

Los ciclos despiadados de la historia

A veces, cuando me toca escribir esta columna, tengo muchos temas sobre los cuales me gustaría hablar. Hago listas de ideas que voy anotando, para que no se me olviden. Otras veces pareciera que no tengo nada que decir o, más bien, estoy como muda por dentro. Las palabras no brotan como yo quisiera porque hay asuntos que imponen silencio, asuntos ante los cuales, no se sabe qué decir. Hechos y eventos que nos abruman. Eso me pasó esta semana en que, al sentarme a seleccionar el tema de este texto, todo me parecía banal y frívolo, casi innecesario, en comparación con diferentes eventos mundiales y regionales, que veo acontecer.

El último de su tribu

Lo encontraron muerto sobre una hamaca, cubierto con plumas de guacamaya, en las afueras de una choza de paja. Fue el último sobreviviente de su tribu. Nunca se supo su nombre. Se le calculaba unos 60 años de edad. Se cree que la mayoría de los miembros de su pueblo fueron asesinados en la década de 1970, por ganaderos y colonos que querían seguir ampliando sus dominios en la zona de Tanaru, estado de Rondonia, en el Amazonas brasileño. De aquel feroz ataque, sobrevivieron apenas siete miembros. Después, en 1995, seis de ellos murieron al ser atacados por mineros ilegales contratados por terratenientes que buscaban eliminar todo rastro indígena en dicha zona, para tomar posesión de aquellas tierras. En 1996, la Agencia de Asuntos Indígenas de Brasil (FUNAI) supo de la existencia de esta tribu, luego de localizar las ruinas del asentamiento. Intentaron hacer contacto con el único sobreviviente, pero él rehuyó todo acercamiento. De hecho, su tribu pertenecía a uno de los 114 pueblos indígenas no contactados, que viven aislados en la selva amazónica, …

Películas de Semana Santa

Cada vez que vuelve a ser Semana Santa, me resulta inevitable recordar las maneras tan diferentes de conmemorarla que se acostumbraban en los años 60 y 70 del siglo pasado. A las procesiones, las mujeres solíamos ir con una mantilla sobre la cabeza y era un evento solemne. Las oficinas y almacenes iniciaban vacaciones, muchos desde el Lunes Santo. Ya para el Miércoles Santo en la tarde, prácticamente todo estaba cerrado. Muchas familias se iban a “temporar” a la playa y la ciudad quedaba solitaria. Los Planes de Renderos, donde me crié y viví muchos años, también quedaba en silencio absoluto. (Por cierto, la palabra “temporar” es un salvadoreñismo que ha caído en desuso).

La destrucción cultural como arma de guerra

En 1978, la artista ucraniana María Prymachenko pintó un cuadro, con témpera sobre papel, al que llamó “Que la guerra nuclear sea maldita”. En el cuadro se mira un grotesco animal de color rosado, de cuyas fauces abiertas sale una serpiente verde con dos cabezas. En los costados del animal, hay varios elementos que parecen ser gusanos fosforescentes sobre un lomo lleno de ojos y cinco figuras puntiagudas que podrían ser lanzas o misiles. Se cree que la obra, de colores fuertes y de estilo naif, fue uno de los cuadros destruidos el pasado 28 de febrero, cuando las fuerzas invasoras rusas en Ucrania incendiaron el Museo de Historia Local en Ivankiv, ciudad ubicada al noreste de Kiev y a 52 kilómetros al sur de la Central Nuclear de Chernóbil. Sin embargo, la fundación de la familia Prymachenko afirma que catorce cuadros pudieron ser salvados del fuego por un vecino de la localidad, aunque no quedó claro si esta pintura fue uno de ellos. El trabajo de Prymachenko es muy querido y respetado tanto en …

La memoria somos nosotros

Enero es un mes que tiene una profunda importancia en la historia de El Salvador. Tanto así que bien podría considerarse como el mes de la memoria histórica. En enero de 1932, un levantamiento de indígenas y campesinos culminó con una matanza cuyo número de víctimas anduvo entre los 10.000 a 30.000 muertos. Es posible que jamás sepamos el número exacto. Esto constituyó un trauma social por la complejidad de sus consecuencias, que se sienten hasta el día de hoy: desde la exterminación sistemática de cualquier y toda persona que fuese indígena o considerada comunista, hasta la cultura de silencio en la que hemos crecido y continuamos viviendo. 

Cuarenta años después

A inicios de marzo del 2013, visité El Mozote. Tenía que pasar unos días en Perquín, departamento de Morazán, resolviendo un asunto de trabajo. Aproveché para visitar ése y otros lugares de la zona. Conocía los nombres demasiado bien: San Fernando, Calle Negra, río Sapo, Arambala, Torola. Eran nombres mencionados con frecuencia en los partes de guerra de Radio Venceremos, pero eran lugares que conocía solo en fotos. Sentía que ir a Morazán era una deuda pendiente. Pensé que ir me ayudaría a comprender algo, aunque no tenía claro el qué. Fue similar a lo que sentí cuando, en 2011, fui a Sachsenhausen, un campo de concentración cercano a Berlín, Alemania.

Memorias culturales

Hace poco, ordenando algunas cosas, encontré una caja llena de revistas y suplementos de periódico. Mi primera reacción fue apartar su contenido para donarlo como papel de reciclaje. Pero al ir sacando el material cambié de opinión. Se trataba de varias revistas culturales, una improvisada colección que reuní hace algunos años. Parte de ese material es salvadoreño, pero también hay publicaciones de otros países centroamericanos. La mayoría son de los años 90 y de inicios de los años 2000, un tiempo en que no existían redes sociales y en el que todavía dependíamos de la impresión en papel para dar a conocer materiales culturales. Artefacto y El ángel pobre de Nicaragua, Magna Terra y El borracho de Guatemala, Los amigos de lo ajeno de Costa Rica, Sagatara y Alkimia de El Salvador fueron parte de la efervescencia de ideas que tomó un renovado impulso, luego de una década de guerras y conflictos bélicos en buena parte de la región.