Columna de opinión
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El doble filo de la inteligencia artificial

Portrait of the author worked with Midjourney in steampunk style. Edited also with Snapseed, in black and white, grainy texture.

Desde hace un par de meses, he estado leyendo mucho sobre las nuevas herramientas de inteligencia artificial (como ChatGPT, Midjourney y Stable Dffusion), que ya están disponibles al público por medio de internet. Para poder hablar con más conocimiento sobre el tema, decidí probarlas.

ChatGPT es un modelo de lenguaje con múltiples posibilidades para el procesamiento de texto y con el cual se puede mantener una conversación vía chat. Desde hacer traducciones, escribir artículos y guiones hasta responder preguntas sobre algún tema o noticia, la IA hace lo que el usuario le solicite y lo hace de manera bastante certera, aunque no infalible. Por el momento, su uso es gratis, aunque justo hoy que escribo esto, Open AI (la empresa que maneja Chat GPT y también DALL-E) anunció el lanzamiento de un plan de suscripción para utilizar el programa.

Intenté varias veces entrar a ChatGPT, pero la excesiva demanda de usuarios tiene sobrecargados sus servidores. Por fin, anteayer, logré abrir una cuenta. Entre todo lo leído sobre el tema, recordé que una maestra en los Estados Unidos pidió a la aplicación diseñar un temario de clase para hablarle a sus alumnos adolescentes sobre las IA. Le pedí a ChatGPT que diseñara un taller de narrativa enfocado en el tema de la literatura experimental. Oprimí enter al comando. De inmediato vino la respuesta: un desglose temático de siete temas a tratar, más un par de ejercicios prácticos para asignar a los participantes.

Al releer el resultado, quedé sorprendida. El temario enviado no es del todo perfecto, pero es una base para comenzar a planificar. Esto me ahorró muchas horas de trabajo. Pedí un par de cosas más: una lista de escritores experimentales de los siglos XX y XXI, y más ejercicios prácticos. La lista no era muy acertada, ya que incluía autores de otros estilos. Pero los cinco ejercicios adicionales que mandó estaban bien planteados y eran interesantes.

La idea de lo rápido que pude tener ese material en mis manos, me impresionó. En pocos minutos vislumbré muchas posibilidades para su utilización, tanto positivas como negativas. Eso me animó a experimentar también con los generadores de imágenes.

Probé varios, como DALL-E y Stable Diffusion, pero los resultados no colmaron mis expectativas. El que más me gustó fue Midjourney, una inteligencia que genera imágenes a partir de un prompt, una descripción de lo que se quiere. Para abrir mi cuenta, también tuve que esperar debido a la recarga del servidor, pero se solucionó el mismo día.

Midjourney tampoco fue perfecta pero su calidad me pareció la mejor. Es adictivo ver las imágenes solicitadas por miles de personas, leer los prompts con las cuales fueron generadas y cómo los resultados aciertan o no con lo pedido. A veces, las figuras humanas aparecen con tres brazos o 15 dedos en una mano. Tampoco atina mucho con las letras. Cuando se le pide que escriba un nombre sobre algún objeto de la imagen, se generan formas que parecen letras y palabras, pero que no son inteligibles. Eso parece quedar compensado con la creación de imágenes hiper realistas y complejas, que pueden parecer fotografías o pinturas. Las imágenes pueden además ser descargadas para editarlas al detalle.

No exagero si digo que el uso de este par de inteligencias resultó ser una experiencia que me causó profundo asombro. Comprendí también las preocupaciones que muchos han expresado en sus artículos, preocupaciones que van desde el tema de los derechos de autor hasta la posibilidad de que ChatGPT escriba artículos con información no fidedigna, como bien advierte en su página de arribo.

Tanto ChatGPT como Midjourney y demás inteligencias artificiales, deben tomarse como herramientas que podrán ayudar con nuestros trabajos, pero cuyos productos requieren reelaboración, edición y verificación. El usuario alimenta un modelo para obtener un resultado específico, pero debe saber, con bastante claridad, qué tipo de producto espera obtener.

Algunas de las inquietudes sobre estas herramientas vienen del sector educativo, sobre todo de las universidades de Estados Unidos. Si ya de por sí al estudiante contemporáneo no le gusta leer y tiene serios problemas de redacción, el uso de ChatGPT puede causar laxitud en el desarrollo de las habilidades de escritura del estudiantado. No olvidemos que escribir es una forma de construir pensamiento, por lo que es una habilidad importante para generar procesos críticos y formar criterio personal.

También hay cuestionamientos sobre el impacto que las IA pueden tener en la economía, ya que podrán hacer el trabajo de varias personas, lo que podrá generar eliminación de puestos de trabajo.

Para la humanidad, los retos que nos plantean estas herramientas son complejos y ofrecen muchos puntos de discusión y reflexión. ¿Las imágenes generadas por IA podrán considerarse como arte? ¿Los textos e imágenes serán propiedad intelectual de la persona que los genera? ¿Tienen el mismo valor un cuadro pintado a mano y una imagen que es trabajada y editada por medio de las IA? ¿Un poema o un cuento generado por la IA es literatura? ¿Nos convertiremos en meros alimentadores de algoritmos que harán casi todo por nosotros? ¿Qué consecuencias tendrá el uso de estas herramientas usadas para la manipulación política o desinformativa? ¿Tendremos capacidad de discernir entre la realidad y los productos resultantes de las IA? Estas preguntas y muchas más nos obligarán a repensar nuestras definiciones de arte, literatura, cultura y educación, entre otros temas.

No es exagerado decir que las inteligencias artificiales han venido para quedarse. Justo esta semana, Microsoft y Google anunciaban sus propias herramientas de IA, que se integrarán a sus buscadores. Al igual que con la masificación de los teléfonos inteligentes, internet y las redes sociales, las IA serán parte de nuestra rutina, una presencia adicional con la que tendremos que convivir, para bien o para mal. Es otro hito en la revolución tecnológica, que se mueve a una velocidad vertiginosa.

¿Estamos preparados como humanidad para utilizar estas herramientas? ¿Las utilizaremos de forma responsable?

(Publicado en La Prensa Gráfica, sección de opinión, domingo 12 de febrero de 2023. Foto: uno de mis resultados con Midjourney. Para ver más resultados, puede entrar a mi cuenta de Instagram).

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