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Sin novedad en el frente

El 9 de mayo de 1933, el día previo a la primera gran quema de libros realizada por el nazismo, se hizo llegar una circular a las sedes de las diferentes asociaciones locales que participarían en el evento. La mayoría de esas asociaciones eran de estudiantes miembros del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, quienes veían la quema de libros como un acto simbólico de purificación y sanación de su país.
Al lanzar los libros a la hoguera, deberían leer las llamadas “Proclamas del fuego”, donde se enumeraban los motivos para quemar la obra de varios autores judíos, pero también de autores alemanes que escribían sobre psicoanálisis, marxismo, sexología, pacifismo y antimilitarismo. El séptimo enunciado de aquella proclama decía: “¡Contra la traición literaria a los soldados de la Gran Guerra, por la educación del pueblo entero dentro del espíritu militar! Entrego a las llamas los escritos de Erich Maria Remarque”.
Apenas cuatro años antes, Remarque había publicado una novela titulada Sin novedad en el frente, basada en sus experiencias como soldado durante la Primera Guerra Mundial. Como tantos jóvenes de su tiempo, Remarque había sido reclutado al cumplir 18 años, siendo enviado a servir en Flandes, en el Frente Occidental. A finales de julio de 1917 resultó herido por metralla en el brazo y la pierna, además de recibir un disparo en el cuello. Logró ser evacuado a Alemania, donde pasó un largo tiempo de recuperación. Fue entonces que comenzó a escribir sobre sus experiencias en el campo de guerra, apuntes que se constituirían en la base de varias de sus futuras novelas.
Sin novedad en el frente fue publicada inicialmente por entregas, entre noviembre y diciembre de 1928, en el periódico berlinés Vossische Zeitung, editándose en forma de libro en enero de 1929 por Propiläen Verlag. Fue un éxito instantáneo. La obra fue traducida de inmediato a doce idiomas, vendiéndose alrededor de un millón y medio de copias en apenas su primer año de publicación. Los editores atribuyeron su éxito a las descripciones realistas y nada románticas de la vida de los soldados en los campos de batalla.
Diez años después de terminada la guerra, Remarque continuaba sufriendo de depresión y sintiendo que nadie más que quienes estuvieron en el frente podrían comprender el horror de lo visto y vivido. Como miembro de la llamada “generación perdida”, su novela había logrado conectar su propia experiencia con la de los soldados y civiles sobrevivientes. Pero la brutalidad de su retrato de la guerra no gustó a todos, acaso por no disfrazar de idealismo patriótico la conducta tanto de soldados como del personal civil estacionado en el campo de batalla.
A diferencia de las acostumbradas historias de heroicidad y victoria, de víctimas y sacrificios sin límites, la novela de Remarque retrata el día a día del soldado en las trincheras, quien debe nada más obedecer órdenes, sin lugar a cuestionamiento alguno, donde la tarea cotidiana es sobrevivir, aunque para ello deba bestializarse. “Durante años enteros, nuestra ocupación ha sido matar; ha sido el primer oficio de nuestra vida. Nuestro conocimiento de la vida se reduce a la muerte. ¿Qué puede, pues, suceder después de esto? ¿Qué podrán hacer de nosotros?”, pregunta Paul Bäumer, el protagonista de la historia.
Esas reflexiones y experiencias que hace Bäumer a lo largo de la trama, y que Remarque utilizó para que los lectores reflexionaran sobre la inutilidad de la guerra, fueron las que terminaron calificando su obra como “arte degenerado” por el nazismo. Para el autor, dicha novela y las siguientes que escribiría, representaban una postura pacifista y anti militarista. Eran un llamado desesperado para evitar una nueva confrontación mundial, que se dejaba intuir por el discurso agresivo del nazismo.
En 1930, Lewis Milestone, nacido en Moldavia, dirigió la primera versión cinematográfica de la novela de Remarque. Milestone había migrado a los Estados Unidos en 1913, en un intento por lograr una carrera como actor teatral. La película de Milestone, considerada su obra maestra, ganó el Óscar a mejor película y a mejor director. La novela tuvo también una versión televisiva en 1979, a cargo del director estadounidense Delbert Mann.
Ahora, en 2022, se estrenó una nueva versión cinematográfica de la novela, dirigida por Edward Berger. Es la primera vez que se realiza una producción alemana de dicha historia, lo cual le otorga un simbolismo doble ya que, además de ser un reconocimiento al libro de Remarque como obra maestra de la literatura alemana, también es un espacio de reflexión desde el punto de vista del vencido (y no desde la exaltación del triunfador, como suelen hacer las películas de Hollywood).
De factura impecable, la realización técnica de la película goza de una fotografía que, a veces, resulta hasta cruel, ya que contrasta momentos de belleza natural con la crudeza de los eventos bélicos. Para el soundtrack, a cargo de Volker Bertelmann, se utilizó un armonio de pedal que perteneció a su abuela, instrumento todavía usado a comienzos del siglo pasado. Las actuaciones de varios actores desconocidos (buscados a propósito por el director Berger, para no influenciar en el ánimo del público presentándole rostros famosos), son estupendas. El bien logrado conjunto hace sentir al espectador la opresión, la tristeza y la angustia del campo de batalla.
El estreno de esta película resulta oportuno para recordarnos que las guerras no deben idealizarse y que la exaltación del militarismo sólo conduce a la bestialización de las personas, en particular de los soldados quienes, puestos en el campo de batalla, terminan muertos, mutilados o traumatizados de por vida, mientras los generales (que nunca ensucian sus botas con lodo ni sus manos con sangre), son quienes se llevan la gloria y las medallas.
Recomiendo muchísimo esta película (disponible en Netflix) y también la lectura del libro de Erich Maria Remarque, quien a través de las vivencias de Paul Bäumer nos hace concluir que, cuando hay guerra, todos perdemos, sin importar los bandos en disputa o nuestro nivel de participación.

(Publicada en La Prensa Gráfica, sección de opinión, domingo 6 de noviembre de 2022. Foto: afiche de la película, con el rostro de Felix Kammerer, actor que encarna a Paul Bäumer).

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