Columna de opinión

Regalar animales

Head of a tabby cat on the right part of the picture, looking up at christmas decoration in the background.

Uno de los rituales casi ineludibles de cada fin de año es el intercambio de regalos. Hay gente que pasa meses ahorrando o pensando en un obsequio conveniente para otra persona. También hay regalos que son resultado de impulsos o caprichos, y que tienen implicaciones a mediano y largo plazo. Regalar perros, gatos u otros animales domésticos es un ejemplo de ello.  

Hay familias que consideran que regalar un animalito puede enseñar a los pequeños del hogar a ser responsables y aprender a tener aprecio y respeto por otros seres vivos. Hay niños que se encaprichan durante meses con tener una mascota, sea porque algún amigo tiene una o porque han visto imágenes graciosas de cachorritos o gatitos en internet. A veces estos caprichos obedecen a modas, como cuando se estrenó la película 101 dálmatas y a media humanidad se le ocurrió pensar que los perros de dicha raza eran bonitos y querían tener uno. Pasada la moda de la película y después de convivir con dichos perros, hiperactivos por naturaleza, se les pasó el encanto.

Si bien la idea de inculcar sentido de responsabilidad y respeto en los niños no es mala, hay que ser realistas en lo que se refiere a convivir con una mascota. La mayoría de las tareas que genera un perro o un gato terminarán siendo emprendidas por algún adulto. Bañar a los animales, sacarlos a pasear, limpiar sus heces, mantener aseados sus espacios, darles de comer en horarios establecidos, protegerlos y llevarlos al veterinario, son acciones que deben realizarse de manera regular. Asumir la responsabilidad de criar a un animalito implica, además, una serie de gastos económicos. El precio de los alimentos para mascotas, que es lo básico para un animal, se ha incrementado de manera escandalosa en el último medio año, gracias a la inflación que estamos viviendo.

Hay conceptos erróneos en cuanto a la adopción de animales domésticos. Muchas personas quieren un animalito que les haga caso y que sea como un muñeco de peluche controlable, que se deje chinear y mimar, o que sea mimoso y dócil en cada ocasión que un humano así lo requiera. Pero parte justamente de lo que hay que aprender en nuestra convivencia con ellos es que cada animal desarrolla y tiene su propio carácter. Algunas veces ese carácter se distorsiona, generando manías que para los humanos son intolerables. Pueden ser el resultado de obligar a los animales a comportarse o hacer cosas en contra de su naturaleza. Aparte de eso, están las funciones biológicas. Las hembras pierden su gracia cuando quedan preñadas. Lo que era un animalito se multiplica sin control, si no se realizan las esterilizaciones debidas (lo cual, de nuevo, implica gastos veterinarios y cuidados adicionales).

Ahí es cuando a algunos se les termina el encanto. Lo que fue el bonito regalo de navidad se convierte en un problema. Los animales comienzan a ser objeto de malos tratos, a ser relegados a algún rincón de la casa o a ser descuidados en sus atenciones y necesidades. Lo peor es cuando los adultos deciden abandonar al animal a su suerte. Los expulsan de la casa o se lo regalan a cualquiera, con tal de deshacerse de ellos. Hay muchos videos en internet, de gente en carro que abandona a un perro en una calle y el perro corre detrás. O gente que mete camadas de gatitos en una bolsa plástica y los tira vivos a una cuneta o a la basura. O gente que, cuando se muda de casa, deja atrás a los gatos porque “ellos se encariñan más con la casa que con la gente” (lo cual es un concepto falso).

Casos de ese tipo siempre levantan rabia e indignación en quienes nos enteramos. Abandonar a los animales que alguna vez fueron domésticos, aparte de ser un gesto de absoluta crueldad, los condena a una vida callejera llena de hambre, enfermedades y peligros. Muchos de ellos, por su falta de entrenamiento para sobrevivir e incluso por su ingenuidad, terminan muertos. En algunas colonias, hay personas que se dedican a envenenarlos, pensando que así eliminan el problema de los animales sin dueño. Muy pocas de esas mascotas despreciadas se adaptarán a la rudeza de la vida callejera y disminuirá su promedio de vida. Alguna veterinaria me dijo que el de un animal callejero está entre los 3 a 5 años.

Este tipo de problema se magnifica si tomamos en consideración que vivimos en un país que no tiene cultura de respeto ni de cuidado hacia los animales abandonados. No hay suficientes instituciones, fundaciones o albergues para alojar y velar por la población animal en peligro. Nos hace falta construir una cultura de respeto y apreciación a los animales entre niños, jóvenes y adultos, para sensibilizar a la sociedad en su conjunto, y estimularla a establecer relaciones de respeto hacia todos los seres vivos.

Hay personas que consideran a los animales como seres inferiores de los cuales, además, son dueños absolutos. Personas que creen que hay que imponerles formas de conducta y “domesticarlos” (en el sentido de dominarlos y forzarlos a hacer lo que queramos).

Quienes hemos tenido el privilegio de convivir con animales de todo tipo sabemos que, cuando son tratados con respeto y afecto, nos devuelven formas de amor y de lealtad incondicionales y conmovedoras. Nuestros compañeros animales son fuente de risas, juegos, consuelo y hasta de apoyo emocional en momentos en que nuestro ánimo anda mal. Nos enseñan que podemos construir vínculos muy profundos con ellos y que se convierten en un elemento importante de nuestras vidas.

No tomemos a la ligera la idea de regalar o de pedir de regalo un perro, un gato u otro tipo de animalito si no estamos preparados para comprometernos en una relación de respeto, protección y afecto con ellos.

Asumir la responsabilidad de tener animales domésticos es un compromiso que durará años y que tendrá muchos retos y obligaciones para los cuales debemos estar preparados.

(Publicado domingo 18 de diciembre, 2022, en sección de opinión de La Prensa Gráfica. Foto: Miloslav Hamřík de Pixabay).

4 Comments

  1. Pingback: Regalar animales — Jacintario – Entre la Realidad y los Sueños

  2. Jose Garcia says

    Yo siempre sigo la sabiduria de mi abuela y mi madre: los animales conviven con uno pero ellos tambien necesitan su espacio para ser lo que son: animales. Mi abuela tenia gallinas con las cuales me enseno el ciclo de la vida, emocionante cuando los pollitos salian de su cascaron y como ella me decia tenian que usar su propia fuerza para salir de lo contrario si uno les ayudaba se morian. Tambien cuando las gatas tenian gatitos con defectos y que los iban a dejar al fondo del patio que me parecia cruel pero me decia que era parte de la naturaleza, los gusanos de las mazorcas de maizque yo los coleccionaba y se escapaban y algunas veces me mordian pero siempre me parecian agradables, las ranas que mi mama me advertia que a pesar de ser “Feos” ( un concepto muy subjetivo) eran utiles y nos deleitaban con sus conciertos nocturnos, los perros que cuidaban a los demas animales y matenian a raya a los tacuazines u otros animales que se comian las gallinas. Con los perros jugabamos a correr pero tambien habia un momento donde los dejabamos jugar con otros perros. En la actualidad, para mi, el tener perros y gatos obedece mas a una moda que a un interes genuino de poder apreciar a los animales. Lo digo viviendo aca en Los Angeles donde los animales sufren un maltrato por exceso y que la raza del perro obedece mas a la tendencia que sigue el dueno que al interes de apreciar a un animalito. Los perros y gatos engordan en un apartamento y solo salen a la calle por unos breves momentos haciendo que los animalitos se vuelvan torpes y pierdan sus cualidades intintivas. Pero eso es la forma como vivimos aca, al preguntarme que pienso acerca de tener perros y gatos y les digo que no tengo espacio suficiente para tenerlos, la gente me hace un guino de extraneza. Pero sigo pensando que los animales necesitan su espacio y que muchas veces nosotros lo invadimos y queremos que ellos se adapten a nosotros y no viceversa.

    Like

Comments are closed.