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Katyn o las correcciones de la historia

La película Katyn (2007) del director polaco Andrzej Wajda, comienza el 17 de septiembre de 1939. Mientras los nazis invadían y controlaban Polonia desde la frontera occidental, los soviéticos invadían por la frontera oriental, en cumplimiento de un pacto previo firmado entre Adolf Hitler y Josef Stalin. Miles de civiles intentaban huir de las zonas de conflicto, mientras un sinnúmero de oficiales y miembros del ejército polaco fueron capturados como prisioneros de guerra, tanto por soviéticos como por alemanes. En ese contexto, la película navega a través de la vida de varios personajes para contar uno de los episodios más brutales de la Segunda Guerra Mundial: la masacre de Katyn, ocurrida entre abril y mayo de 1940, en la que fueron ejecutadas 22.000 personas.

La película hace uso de recursos interesantes para intercalar la ficción con la realidad. Uno de los capturados es Andrzej, un capitán que comienza a llevar un diario en una pequeña agenda que lleva consigo a todas partes y que le permite hacer un registro de lo que ocurre. El diario sirve como base narrativa para la historia y se convierte en un elemento importante al final de la película. Paralelo a ello, conocemos la historia de un grupo de mujeres polacas que encuentran una manera de rehacer sus vidas mientras continúan buscando a sus esposos, hermanos, familiares y amigos capturados por los soviéticos y cuyo destino es incierto. El ir y venir de estas mujeres y la búsqueda de la verdad sobre sus seres queridos deja entrever también las formas de sobrevivir que se vieron forzadas a adoptar. Para muchas, la esperanza de encontrar a los desaparecidos era un incentivo importante para guardar algo de cordura y continuar adelante.

Los eventos históricos

Entre 1941 y 1943, comenzó a ser evidente que algo muy grave había pasado, ya que la mitad de la oficialidad del ejército polaco continuaba “desaparecida”. Cuando las tropas alemanas avanzaron en su intención de llegar hasta la Unión Soviética, no sólo conocieron historias de pobladores que hablaban de fosas comunes, sino que encontraron parte de las mismas en el bosque de Katyn.

La denuncia de la masacre por parte de los alemanes fue negada rotundamente por los soviéticos, argumentando que habían sido los nazis los causantes. Por la característica multi étnica de Polonia y las acciones de los alemanes contra los judíos, la acusación era creíble. Pero una investigación realizada por la Cruz Roja Internacional, que fuera comisionada por el gobierno polaco en el exilio, juntó pruebas forenses que determinaron que los muertos habían sido enterrados en 1940, cuando los alemanes todavía no habían llegado a esa parte del país.

Los alemanes aprovecharon la situación con fines propagandísticos y dieron a conocer el listado de los muertos, algo que pudo hacerse ya que los masacrados no fueron despojados de sus uniformes ni de sus posesiones, incluidos sus documentos de identidad. Así mismo, se hicieron públicas fotografías y filmaciones de las exhumaciones, algunas de las cuales pueden verse en la película de Wajda.

El saldo total de aquel evento rondó las 22.000 personas ejecutadas todas de la misma manera: con un tiro en la nuca. De dicho número, 8.000 eran oficiales de diferentes rangos, miembros de la marina y pilotos de aviación. 6.000 eran policías. Los restantes 8.000 incluían a un grupo variopinto de personas que los soviéticos consideraron “nacionalistas y contrarevolucionarios” peligrosos, ya que podían ser instigadores de la resistencia o porque se presumía que se negarían a aceptar el dominio soviético. Entre ellos se encontraban profesores universitarios, escritores, artistas, historiadores, periodistas, ingenieros, físicos, sacerdotes, abogados, terratenientes y hasta miembros de la realeza polaca.

Las ejecuciones ocurrieron en varios lugares, como las prisiones de Kalinin y Kharkiv, pero debido al alto número de fosas encontradas en Katyn, el evento fue bautizado con el nombre del bosque donde fueron enterrados buena parte de ellos.

No fue hasta 1990 cuando Mijail Gorbachov admitió que las matanzas habían sido realizadas por la policía secreta, el NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la Unión Soviética). El año siguiente, Boris Yeltsin liberó documentos secretos que aportaron pruebas suficientes como para abrir una investigación formal de parte del Procurador Militar de la Unión Soviética, investigación que fue archivada en 2004 al considerarse que todos los mandos responsables de aquella operación ya habían fallecido y que no podía hacerse más.

Los negacionistas

Pese a las numerosas pruebas existentes, algunos sectores rusos actuales insisten en atribuir la masacre a los alemanes y alegan que todos los documentos encontrados son falsos. De hecho, si se busca información sobre la película de Wajda, es fácil toparse con comentarios de rusos negando la versión planteada por el cineasta.

La película de Wajda es una de esas que te deja sin palabras al final, no sólo por la brutalidad de la historia que cuenta, sino también porque retrata cómo la versión oficial de los eventos históricos de un país puede ser manipulada y distorsionada de acuerdo a los intereses políticos del momento.

En una escena, cuando Polonia está ya bajo el régimen comunista, la directora de un centro de estudios le pide a uno de los alumnos que modifique su CV, ya que en él especifica que su padre fue muerto por los soviéticos en Katyn. La mujer le deja bien claro que, si quiere estudiar en dicho lugar, debe decir que la masacre la cometieron los alemanes, pese a que ella misma sabe la verdad, ya que su hermano fue uno de los muertos. La hermana de esa misma mujer vende su pelo a un fabricante de pelucas para mandar a hacer una lápida y honrar la memoria del hermano, algo que no logra hacer ya que es capturada por la policía secreta al conocer sus intenciones. Los soviéticos no permitieron ni honrar desde el núcleo familiar a aquellos muertos.

Hasta el día de hoy, Katyn representa una herida aún abierta para muchos polacos, que siguen sin conocer el paradero de los restos de sus deudos. Para Wajda, era necesario filmar esta película, sobreponiéndose a un antecedente propio. Su padre, el capitán Jakub Wajda, fue uno de los asesinados en la prisión de Kharkiv. A pesar de ello, ésta no es una película de tono personal, que cuenta su historia familiar. Filmada cuando ya tenía 80 años, Wajda consideró que era importante mostrar la crueldad de ese episodio histórico. El resultado fue esta película de tono sobrio, que evita caer en el victimismo.

Katyn es una película imprescindible para comprender cómo una verdad histórica se va torciendo. También permite comprender cómo el cine (y el arte, en general) puede contribuir a la rectificación de eventos que fueron manipulados con fines políticos.

(La película puede verse en Eastern European Movies. También está disponible en YouTube, aunque no encontré versión con subtítulos en español o inglés. Ilustración: afiche de la película).