Gabinete Caligari, Libros, Para leer

El bloqueo del lector

Supe que algo raro pasaba cuando perdí cuenta de la cantidad de libros que tenía sin terminar de leer. Los empezaba, me animaba por un par de días y luego los dejaba pendientes. No sentía urgencia por regresar a la lectura para saber cómo continuaba la historia. Probaba uno, probaba otro, y nada me enganchaba.

En todo este año, he leído un libro completo. Solamente una novela. Digo esto con profunda vergüenza. Durante todo este año, me ha resultado imposible encontrar un libro que me atraiga y me apasione para poder leerlo hasta el fin.

No es que no tenga buenos libros a mi disposición. Los tengo, y muchos; en realidad, hasta demasiados. He probado leer ficción, no ficción, poesía, cualquier cosa que me parezca interesante y que me provoque curiosidad. Los que mejor suerte han corrido son los libros de cuentos. Pero igual. Tienen que ser cuentos que me enganchen y que puedan ser leídos en una sentada porque si no, corren el peligro de no ser terminados.

He probado géneros, autores y temas diferentes. Leo en papel o en lector electrónico, pensando que tengo una forma de empacho o necesidad de algo nuevo. Reviso mi wishlist de Amazon, donde tengo deseados más de mil libros; leo el avance gratis de alguno, esperando descubrir algo que me seduzca. Leo los títulos en mis libreros y sé que tengo varias joyas pendientes de lectura. Cada vez que algo despierta mi atención, voy al estante, busco el libro, leo un par de páginas y lo pongo en un lugar visible diciéndome “después lo leo”. Ese “después” nunca llega.

En los últimos meses intenté leer por obligación. Me forcé a leer porque pensé que lo mío es falta de disciplina. Pero leer sin ese íntimo gozo que sentimos cuando conectamos con un texto, no tiene sentido alguno. Así es que desistí.

Es la primera vez en mi vida de lectora, que esto me pasa. Antes leía varios libros al mes; ahora no puedo leer más que algunas páginas. Pensando sobre las causas de esto, me digo que ha sido un año pésimo a nivel personal. Puede que el mal ánimo no me haya permitido la concentración necesaria para leer.

Por otro lado, si la opción es escribir o leer, prefiero escribir.  He estado empeñada en terminar de escribir una novela en la que llevo trabajando desde hace un par de años. Cuando escribo leo considerablemente menos, porque cualquier minuto libre, lo utilizo para escribir. Y precisamente, el ser escritora puede también tener algo que ver. Comienzo a leer un libro, y en cuanto comprendo el mecanismo mediante el cual el autor va a contar la historia, pierdo interés de inmediato. Ya no hay elemento de asombro que me provoque seguir leyendo.

Entonces se me cruzó un artículo sobre “cómo superar el bloqueo del lector”. Vine a darme cuenta de que esto que me pasa no es algo inusual. El bloqueo del lector se define como la incapacidad de leer durante un periodo de tiempo indefinido. Se supone que ocurre por lo menos alguna vez en la vida de todo lector, puede durar de pocas semanas hasta varios meses y se manifiesta de la misma manera que describí al inicio: hojear libros, leer algunas páginas y luego abandonarlos.

Pregunté a un par de amigos de confianza si alguna vez les había ocurrido. Contestaron que sí. Incluso a alguno le ocurrió más de una vez. Lo curioso es que compartíamos el sentimiento de vergüenza ante el qué dirán, si decimos que no leemos. Por eso, al igual que yo y que muchos, habían vivido esa etapa con una mezcla de angustia y sigilo.

Trato de consolarme pensando que, en realidad, no he dejado de leer por completo. Leo mucho, sí, porque debo preparar material para mis talleres literarios, para mis columnas y para la novela u otros libros en los que estoy trabajando. Leo también muchos artículos y ensayos en internet. Pero no puedo dejar de sentirme culpable por no poder leer libros completos, como antes.

Me digo que es una etapa y que pasará sin aviso, de la misma manera misteriosa en que comenzó. Mientras tanto, he sustituido los momentos de posible lectura por ver buen cine. Trato también de no forzarme a leer y lo hago sólo cuando tengo verdaderas ganas. Así, por lo menos logro avanzar un par de páginas en algunos de los libros que tengo a medio andar. Pero como los comencé hace ratos, no logro retomar el hilo con facilidad. Supongo que cuando salga de esta racha, tendré que comenzar de nuevo su lectura, desde la primera página.

En varios lugares de la casa tengo montoncitos de libros que quiero leer, que voy sacando de los estantes, que muevo de cuarto en cuarto. Ahora, sobre mi escritorio, está una colección de cuentos de Robert Walser (en alemán, porque pensé que quizás leer en otro idioma me refrescaría el cerebro); Finnegan’s Wake y Dubliners de James Joyce (porque quizás mi padre Joyce pueda curarme esta herida); el libro de ensayos Both Flesh and Not del inefable David Foster Wallace (quien siempre te revuelve el seso); y dos libros Taschen con monografías profusamente ilustradas de los pintores Paul Klee y Wassily Kandinski (porque no sólo de literatura se alimenta un escritor).

En mi dormitorio están dos libros de Danilo Kis, Circo familiar y Laúd y cicatrices; El boxeador polaco de Eduardo Halfon y Jamás el fuego nunca de Diamela Eltit. Junto a mi sillón de lectura está Nostalgia de Mircea Cartarescu, Mapa dibujado por un espía de Guillermo Cabrera Infante, El maestro y Margarita de Mikhail Bulgakov, The Street of Crocodiles de Bruno Schulz y Crónicas (1944-1953) de Albert Camus.

Veo esos pilares de libros esperándome, como animalitos anhelantes. Los veo con nostalgia, añorando revivir pronto mi rito de lectura, añorando volver a sentir el fascinante misterio que inicia cada vez que alguien lee las primeras páginas de un libro.

(Publicado domingo 6 de diciembre 2015, en revista Séptimo Sentido, La Prensa Gráfica. Foto de la autora).

2 Comments

  1. Felipe Argueta says

    ¡Dichoso bloqueo lector! El 2015 ha sido el año de mi bloqueo: usualmente leo de ocho a diez libros al año, éste solo he leído tres. Y una media docena que he empezado y no termino por diversidad de motivos que van desde la falta de interés en la trama (Generalmente llego a la mitad de la obra y me doy por vencido) o bien deficiente calidad literaria. Este fin de año espero terminar uno de los tres que actualmente leo. Y como se ponen de moda las listas de buenos propósitos de año nuevo, será precisamente lograr vencer mi bloqueo.
    Aprovecho el espacio para desearle una bonita navidad y un fin de año de mucha paz y que el 2016 sea para Ud. mucho mejor que el 2015. Un abrazo.

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