En 1989, el escritor estadounidense Ken Follett publicó la novela Los pilares de la tierra. Para Follett este libro era una apuesta arriesgada. Sus novelas anteriores eran del género de suspenso. Pero Follett se había obsesionado con la historia de la construcción de una catedral. Visitó tantas catedrales como pudo, leyó varios libros sobre arquitectura de catedrales. Y terminó escribiendo una novela alrededor del tema.
Su editor no estaba muy entusiasmado con la idea, pero apostó por Follett porque sus libros son garantía de ventas. Pensó que lo peor que podía pasar es que el libro se vendiera menos de lo usual, aunque un margen de ganancia estaba asegurado de antemano gracias a la fama de Follett. Es un autor que suele figurar en la lista de los diez escritores más ricos del mundo. Sus libros han vendido millones de copias.
Los pilares de la tierra no sólo se vendió muy bien sino que se convirtió en el libro más vendido de Follett hasta ese momento. En el año 2007, la fama de la novela se reavivó gracias a que la presentadora de televisión Oprah Winfrey lo seleccionó para su Club de Libros. Cualquier libro seleccionado por Winfrey para su Club vende, de forma automática, millones de ejemplares.
No recuerdo qué fue lo que me llamó tanto la curiosidad de leerlo. La descripción de la historia no era nada emocionante. Pero leí muchos comentarios entusiastas sobre la novela. También leí un par de entrevistas con Follett, que me gustaron porque reflejaban a un escritor que se toma en serio el oficio.
Me senté a leerlo durante las vacaciones de diciembre del 2007. Dediqué toda la semana, desde la mañana a la tarde, a leer sus 983 páginas. Es de esos libros que enganchan de inmediato, que uno tiene avidez por leer, que no queremos que termine y que cuando termina, nos deja un vacío.
Su lectura resultó una agradable sorpresa. Porque confieso que lo leí con el prejuicio que nos provocan los bestsellers. Pero bestseller no tiene por qué ser sinónimo de mala literatura o literatura ligera.
El término “bestseller” (o “superventas”, como indica la RAE que debe decirse en castellano), es apenas una categoría para medir la cantidad de ventas de un título. No es un parámetro para medir su calidad literaria.
Es cierto que en las listas de los más vendidos pueden encontrarse novelas con escaso valor literario como las de Bárbara Cartland o Corín Tellado. Otras, aunque tienen historias y situaciones más elaboradas, dejan en evidencia sus fallas narrativas o argumentales. Pero también hay novelas, como Los pilares de la tierra, que están bien construidas, narradas de una manera que cautiva al lector, que no se pueden dejar de leer y que son el obvio resultado de un inmenso trabajo y no libros escritos a la ligera.
Otros superventas famosos que he leído y que me han impresionado por su calidad y su compleja elaboración son la serie Duna de Frank Herbert y las Crónicas vampíricas de Anne Rice.
Las listas de los libros más vendidos de todos los tiempos, que pueden encontrarse en internet, también son indicativo de que ser un superventas no está reñido con la calidad literaria. Aunque no hay una cifra total, se estima que El Quijote es el libro más vendido de la historia. En una bien documentada lista que encontré en Wikipedia, Historia de dos ciudades de Charles Dickens, El señor de los anillos y El Hobit de J.R.R. Tolkien, El Principito de Antoine Saint-Exúpery, Sueño en el pabellón rojo de Cao Xuequin y Diez negritos (And Then There Were None) de Agatha Christie son libros que han vendido más de 100 millones de copias en todo el mundo. Les sigue de cerca El código Da Vinci de Dan Brown, que a pesar de sus errores de principiante, vendió 80 millones de copias en tan sólo 6 años, entre el 2003 y el 2009.
Libros que son fundamentales para la literatura como El guardián en el centeno de J.D. Salinger y Lolita de Vladimir Nabokov, con 65 millones y 50 millones de copias vendidas, respectivamente, son esa confirmación de que no todos los libros que venden millonadas son basura o de dudosa calidad.
Libros como estos se convierten de hecho en longsellers, libros que siempre se venden y que con el tiempo su reputación sigue ganando lectores. Lo cual se contrapone a los fastsellers, libros de ventas rápidas y masivas que generan una moda temporal, pero que tienen un tiempo fijo de vida, como de seguro le ocurrirá a Cincuenta sombras de Grey de E.L. James.
Es imposible saber qué libro correrá con la suerte de ser una venta masiva. Ni los editores mismos lo pueden intuir. Harry Potter y la piedra filosofal, de J.K. Rowling, fue rechazado por una docena de editoriales antes de ser publicada y convertir a su autora en una mujer más rica que la Reina de Inglaterra misma.
¿Existen trucos especiales que los autores de bestsellers utilizan para escribir sus libros? Stephen King, otro de esos monstruos de ventas por sus novelas de horror, suspenso y fantasía, tiene entre su extensa obra un libro llamado On Writing (publicado en español con el título Mientras escribo). En esta obra, King combina autobiografía, al contar cómo comenzó a escribir y su relación de vida con la escritura, con consejos prácticos sobre el oficio. Aunque da muchos, King asegura que las lecciones más valiosas sobre el oficio literario son las que se aprenden por cuenta propia. Y como suelen afirmar también muchos otros escritores, indica que son dos las cosas más importantes si se quiere ser un buen escritor: leer mucho y escribir mucho.
La obra de Stephen King es irregular (unos libros son mejores que otros). Pero después de haber vendido más de 350 millones de libros, King conoce lo suficiente el oficio como para escuchar lo que dice.
(Publicado en revista Séptimo Sentido, La Prensa Gráfica, domingo 8 de septiembre 2012).