Gabinete Caligari

Confesiones de una viciosa

Confieso públicamente que tengo un vicio: acumulo libros. No puedo entrar a una librería sin dejar de comprar, por lo menos, uno. Cuando salgo sin comprar nada, me asusto. Me toco la frente para confirmar si no estoy enferma.

El vicio comenzó con mi primer trabajo, a los 18 años. El primer sueldo que gané limpiando baños en un edificio de oficinas en Alemania, lo gasté en un blue jean, una blusa y un par de libros. Desde entonces no he parado.

Acumulo más de lo que leo. En mi biblioteca calculo que hay un 25% de libros que no he leído. No sé cuántos volúmenes tengo en este momento. Digamos que son unos mil. Eso significaría que tengo alrededor de 250 libros sin leer.

Durante años, mi compra de libros fue compulsiva. Compraba sobre todo tema que me interesara o que me llamara la atención, si la edición era atractiva, si el autor era conocido o no. Muchas fueron compras inútiles, libros que me decepcionaron o que me aburrieron y nunca terminé. En esa época no había internet, así es que no podía, como hago ahora, leer varias reseñas del libro antes de comprarlo.

Este vicio es pesado. Literalmente. En cada mudanza, no sólo de casa, sino hasta de país, ando arrastrando mis libros. En esas ocasiones siempre me deshago de una buena cantidad. Pero hay otros de los cuales no puedo ni quiero separarme. Mis libros favoritos. Ediciones especiales. Libros autografiados. Los libros de los amigos. Libros regalados. Libros de consulta. Y por supuesto, los libros no leídos.

Tengo un amigo con el que comparto el vicio. Eso me consuela. Él tiene una librera repleta solamente de los libros que no ha leído. Podíamos estar hablando por teléfono sobre algún libro, nombrar algún título y ponernos de acuerdo para salir a buscarlo en algún lugar de San Salvador, a las 8 de la noche. Mientras otros iban a buscar guaro, nosotros íbamos a buscar libros, como si fuera el asunto más urgente del mundo.

Les digo que es un vicio.

Como buena viciosa, tengo excusas para recaer una y otra vez. En la desolación libresca de este país, cuando se encuentra un buen libro, hay que comprarlo de inmediato, si el precio lo permite. Si el precio es muy elevado, hay que portarse como zopilote y estar vigilando el momento en que le apliquen algún descuento para caerle encima y llevárselo de inmediato, antes de que otro haga lo mismo.

No hay nada peor para una viciosa como yo que ver un libro, gustarme y no comprarlo (porque me digo que ya tengo libros suficientes). Pero pasar pensando en él todo el día siguiente y el siguiente y el siguiente y salir corriendo a la librería para encontrarme con la espantosa sorpresa de que ya alguien se lo llevó. ¡Y de que no hay otro! Entonces regreso a mi casa reprochándome con crueldad por no haberlo comprado cuando lo vi. Porque en este país, título agotado es título que nunca vuelve.

Cuando veo mi biblioteca, parte de la cual tengo enfrente mientras escribo esto, me sorprendo de la cantidad de libros que tengo. Imagino que, por las noches, los libros arman fiesta (como miraba en los muñequitos de mi infancia). Y mientras unos libros bailan, otros libros se reproducen como conejitos. Porque en las mañanas, cuando entro a mi estudio, siempre tengo la impresión de ver más y más y más libros.

La dificultad que implica para una gitana como yo el tener tanto fardo es indecible. Pero siempre me las arreglo para no deshacerme de toda mi biblioteca. Cuando en el 2010 volví al país después otra estancia en el extranjero, pude por fin reunirme con ella de nuevo. Me emocionó ver mis libros. Eran viejos conocidos. Eran casi como personas.

Cada libro es un detonante de recuerdos, de épocas de mi vida, de países donde viví o que visité, de librerías maravillosas, del lugar donde los leí, de la impresión que me causó, de esas diminutas epifanías que alguna frase del autor me provocó o de esos párrafos donde el autor parece que me hubiera conocido y estuviera describiendo mis sentimientos con escalofriante exactitud.

Me encanta ver fotos de librerías, de bibliotecas, de portadas de libros, de gente leyendo. Es imperativo visitar la mejor y más grande librería de cada nueva ciudad que visito. Hago listas de libros que quiero comprar y leer. Una de esas listas ya tiene poco más de 600 títulos.

Mi trabajo ideal sería que me pagaran para leer. Pasar leyendo todo el día. Todos los libros. Corrijo: todos los buenos libros. Porque ya a estas alturas del campeonato, en que cada día que pasa me recuerdo a mí misma que soy mortal, soy más selectiva con mis lecturas. No leo más que lo que me gusta, sin importar cuál sea el libro de moda o el escritor idolatrado de turno.

Ya sé que me iré de este mundo sin poder leer todos los libros que quiero. Ni siquiera lograré leer todos los libros que tengo. Para eso me gustaría no morir nunca: para pasarme el resto de la eternidad leyendo buenos libros.

Uno de mis propósitos para este año fue no comprar ningún libro, para obligarme a leer los que ya tengo. Por supuesto que fracasé, casi de inmediato. En lo que va del año ya compré tres libros, de los cuales leí dos. Para consolarme del fracaso en cumplir con mi propósito me digo que he comprado menos de un libro al mes. Lo cual, con mi nivel de adicción, ya es avance.

Sí, estimada audiencia, sufro del vicio de acumular libros. Es un vicio que me estorba en las mudanzas y que me altera las finanzas (soy de las que deja de comer por comprar un libro). Pero, la verdad sea dicha, es un vicio del cual no me quiero ni me pienso curar.

(Publicado en revista Séptimo Sentido, La Prensa Gráfica, domingo 2 de junio 2013).

22 Comments

  1. mario menendez says

    He leido su articulo,del pasado domingo 14 de Julio 2013, en Septimo Sentido y he querido felicitarla por todos los articulos que usted nos regala en dicha revista.
    Soy un ferviente lector de sus articulos,espero continuar leyendola.

    Mario Menendez

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  2. Lorena Valle says

    Es necesario que le exprese mi particular sentimiento hacia este artículo. Lo ví en el periódico y tuve que recortarlo para leerlo varias veces y percatarme que, como usted bien lo describe, “parece que me hubiera conocido y estuviera describiendo mis sentimientos con escalofriante exactitud”. Relamente admiro mucho su trabajo y me siento muy identificada con su pensamiento. Me inicié en este vicio desde que apenas podia hablar (con libros de juguete por supuesto… pero aun cuentan) y desde entonces no he podido parar. Quisiera ser escritora, y viajar por el mundo con una maleta (pesada) llena de libros como usted lo describe. En fin, simpre es gratificante encontrar personas como usted. Gracias.

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  3. Ay Dios, qué alivio. Por un momento creí que me pasaba solamente a mi y que me había convertido en un ejemplar extraño jaja! Gracias por el compartir, Jacinta, me encantó tu reseña vivencial. Abrazo

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  4. Antonio Aguilar Asturias says

    Por lo visto somos muchos… yo incluso he intentado regalar algunos a bibliotecas, inclusive aquellos que sè que nunca voy a leer porque no son de mi interès, pero no puedo. Sòlo regalos los repetidos, Y tambièn tengo el defecto de que robo libros cuando puedo. Sin embargo, me parece la idea de los intercambios… Un abrazo.

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    • Silvia Molina says

      ¿Ya tiene “KAFKA EN LA ORILLA” de HARUKI MURAKAMI? No sé si le llama la atención. Yo tengo dos ejemplares y quiero cambiar uno 🙂

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      • Gracias Silvia. Ya lo tengo y ya lo leí.
        Pero mi problema no es dónde conseguir más libros… sino tener la disciplina de leer los que ya tengo. Así es que por el momento no quiero buscar ni conseguir nuevos libros, sino leer el montón que tengo no leídos.
        Saludos.

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  5. Silvia Molina says

    ¿Y si hacemos una lista pequeña de los que ya no queremos y los intercambiamos entre nosotros? Por supuesto a completa satisfacción de ambas partes… sería como un club de intercambios, nos ahorraríamos $$$ y nos daríamos un gustazo 🙂

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  6. Pingback: Bitacoras.com

  7. Felipe Argueta says

    Qué terrible vicio el que nos tiene atrapados: acumular y vivir entre libros! Condenados a cohabitar entre cuentos, poemas, novelas, historias, filosofías, etc. A entrar a librerias y bibliotecas como un lobo cazador detrás de una presa, el libro más interesante, la novedad más reciente, la última novela de autores favoritos en estante. Mi mesa de noche se encuentra resguardada por una selección de obras de H.P. Lovecraft y una Antología de Poesia Romántica Inglesa. A pesar de ya leídos, me relaja un poco releer un parrafo hoy, otro después. En pequeñas dosis.
    De este vicio es dificil escapar, no hay resistencia que valga! El e-reader que adquirí hace un año -Nook- no hizo más que agravar la cosa: llevo 9 leídos de una lista de 53. Así es Jacinta somos viciosos empedernidos.
    Un saludo!

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  8. Me gustó mucho , mucho el artículo! ….. porque compartiste algo muy personal con tus lectores …………..y porque también pude relacionarme con el sin ningún problema , justo por la pila de libros comprados y aun NO leídos!! Saludos!! Cariños !!

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  9. Pingback: Confesiones de una viciosa, por Jacinta Escudos...

  10. Camila says

    O vas a una feria de libros solo a ver y salis con 15 ejemplares, jajajajaja. Yo tengo un lector electronico tambien pero no dejo d sentir la emocion de comprar el papel.

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  11. Silvia Molina says

    Me pasaba lo mismo. Para que no se acumularan, los leía y veía a quien le gustaría para regalárselo; por supuesto no los regalaba todos, algunos son demasiado estimados. Ahora tengo un kindle y los acumulo ahí, me pueden caber hasta 1,400 y los puedo andar llevando siempre conmigo, es genial! En canal 10 tienen una campaña de recolección de libros por si le interesa donar algunos. Saludos!

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