Yo estoy en un momento avanzado de mi vida, y al mismo tiempo no me siento en la hora de los balances. En mi familia, en Bulgaria, mi madre, de una genealogía de varias generaciones de misticismo judío religioso, era bióloga, y me había transmitido el darwinismo. Mi padre era muy creyente, y había hecho el seminario antes de ser médico; esa era su forma de resistir un poco al comunismo duro. A través de lecturas nos transmitió el amor por las lenguas, pero su religión era sobre todo la cultura. Me empujaban fervientemente a mí y a mi hermana a aprender lenguas extranjeras. Bulgaria, además, es el único país del mundo que festeja un día de la cultura, todos los 24 de mayo, que es el día de la creación del alfabeto eslavo. Sé, por lo pronto, que en ese contexto me crié. Cuando llegué a Francia, al alba del año 68, cuando la universidad francesa empezaba a desperezarse, recalé directamente en los cursos de Roland Barthes y de Emile Benveniste. Que yo fuera una mujer no era un obstáculo. No había muchas mujeres, y tampoco muchas extranjeras, por lo que me había erigido en una especie de curiosidad. Yo tuve suerte de haber caído en ese contexto; el grupo Tel Quel y mi marido Philippe Sollers estaban muy abiertos a lo que yo pudiera decir, y era paradójico ver a una joven que no era tan fea y decía cosas.
Artículo completo aquí.
Jacinta, hágame un gran favor, corrija mi error en la frase siguiente: ‘O quizá sí, y es que son muy pocas las cosas que el misticismo, del que K. bebió en su juventud, no dijera antes que Lacan.
Gracias por la corrección y por colocar el vínculo a la nota de Ñ.
La felicito por su participación en la FIL de Santiago.
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Kristeva, la encantadora de Zilants de la semiótica. ¡Qué mujer!.
En mi computadora, Jacinta, no aparece un vínculo a alguna nota sobre Kristeva. ¿O solo subió este párrafo?
¿Cómo funciona la sociedad? Pues solo lo sabemos dentro de las estructuras, conceptos, sistemas simbólicos, o abstracciones humanas, pero, lo cierto es que fuera de ellos no tenemos idea de qué sucede en realidad. Sin embargo, el discurrir de kristeva no se clausura así mismo, al contrario, posee la sagacidad para analizar las cosas de puertas afuera. Claro que se queda corta, pero dió el paso que la mayoría de sesuditos nunca da.
En su libro ‘Soleil noir’, K. dice algo que podría describir la sociedad salvadoreña: ‘las personas melancólicas son extranjeras en su lengua materna’. Los salvadoreños somos melancólicos; no todos, pero sí demasiados. Esto significa que los salvadoreños somos incapaces de construir las idealizaciones que son requisito necesario para la formación de la identidad. Pero la identidad no es todo, sino que es preciso lograr una especie de armonía entre la identidad y todas aquellas cosas que la interrumpen. Al salvadoreño le cuesta enamorarse y, para joder, vive en luto perpétuo.
Su libro, ‘La revólution du langage poétique’, me da escalofrío, pero del bueno. En él plantea o casi demuestra, entre otras cosas, que el lenguaje poético (los elementos heterogéneos, la materialidad del lenguaje, o todo aquello que permite una variedad de nuevos significados e incluso nuevas formas de comprensión) tiene efectos dentro de una formación histórica y económica específica. Por esta razón el arte, puede convertirse en la base de una experiencia capaz de abrir una vía a un cambio de personalidad de los individuos. Los pormenores y las dificultades que implica todo esto, kristeva las desarrolla aquí y allá en las incansables elaboraciones de su teoría del sujeto. Varios de los mejores comentaristas de la obra kristevana, curiosamente son jesuitas, A ver cuándo se asoman sus ideas y concreciones por aquí.
Finalmente lo de kristeva es un muñeco más, pero que precisamente lo salva la tripa (como la de nuestros hermosos títeres precolombimos) que lo une, y, con la que TODOS estamos invitados a jugar: el arte.
Lacan me cae mal, pero sin él Kristeva no existiría. O quizá sí, y es que son muy pocas que el místicismo, del que K. bebió, no dijera antes que Lacan.
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Hola, solo quisiera ayudar. Sí hay un link para ver la entrevista: Artículo completo “aquí” (al final del párrafo). Cuidese.
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