Una muerte digna
Es irónico cómo viviendo rodeados de tanta muerte y violencia, hablamos poco de ella. Del proceso de la muerte. Del duelo. Del dolor. De la muerte de nuestros seres cercanos. De la muerte de personas en nuestra comunidad, en nuestro territorio geográfico. De nuestra propia muerte. Es un tema espinoso. No nos gusta asumirnos mortales. No nos gusta asumir que, tarde o temprano, pasaremos por dicho trámite. Todos. Sin excepción alguna. Sin importar las creencias espirituales o filosóficas, nos movemos con incomodidad y rechazo ante la vejez, las enfermedades terminales, los funerales y el duelo mortuorio. La muerte es un tema tabú al que preferimos no acercarnos. Esto hace que como sociedad asumamos conductas defensivas ante ella. Delegamos en instituciones de diverso tipo el cuidado de las personas en sus procesos de enfermedad y agonía. Pero dichas instituciones se enfocan sobre todo en cuidados de tipo físico. Pocas veces toman en consideración que el paciente tenga una muerte digna. Así mismo, pocas veces toman en consideración el dolor de los seres cercanos. Tenemos reacciones contradictorias. …