Gabinete Caligari

Algunas historias del Titanic

A las 23:40 de la noche del 14 de abril de 1912, Frederick Fleet, el primer vigía del RMS Titanic, avistó un iceberg a menos de 500 metros del barco. Lo descubrió a simple vista pues no se le había equipado con binoculares para observación. La noche estaba muy helada, las aguas estaban muy quietas y parecían un espejo líquido negro, lo cual era inconveniente para el avistamiento de icebergs.

Un día antes, el 13 de abril, luego de una suspensión de 10 horas en el servicio telegráfico, la tripulación comenzó a recibir reportes de que había avistamientos de bloques de hielo en la ruta. Los radiotelegrafistas comenzaron a recibir luego avisos de peligro de icebergs pero no fueron tomados muy en cuenta por la oficialidad de turno.

Al descubrir el iceberg, Fleet hizo lo que mandaba el protocolo. Sonó la campana de alarma tres veces y telefoneó al puesto de mando. “¡Iceberg, derecho al frente!”, fue el llamado desesperado que recibió James Paul Moody, oficial de turno en ese momento.

Lo demás, ya lo sabemos, se convirtió en la mayor catástrofe marítima en tiempos de paz. El Titanic se hundiría dos horas y 40 minutos después, en la madrugada del 15 de abril de 1912 gracias a un desgarre bajo la línea de flotación ocasionado por el impacto.

El que fuera, en su tiempo, el barco de pasajeros más lujoso y grande del mundo, con fama de “insumergible”, vio así terminados sus días en apenas su viaje inaugural. Había partido desde Southampthon, Inglaterra, hacia Nueva York con 2,227 pasajeros, de los cuales apenas se salvaron 705, debido a que el barco sólo llevaba botes salvavidas con capacidad para 1,178 personas. Se cree que además el estricto protocolo de desalojar primero a niños y mujeres contribuyó al alto número de fallecidos, entre ellos un elevado número de hombres. Por lo demás, la rapidez con que ocurrieron los hechos y la ausencia de barcos cercanos que pudieran ayudar al rescate de las víctimas contribuyó a la tragedia.

Los pasajeros del Titanic viajaban en tres clases diferentes, de acuerdo al precio de sus boletos y su condición social. En el barco se encontraban desde políticos, hombres de negocios, banqueros, turistas y atletas profesionales, hasta familias enteras de migrantes que buscaban llegar a los Estados Unidos a comenzar una nueva vida.

La familia de Lillian Gertrud Asplund fue uno de esos casos. Al momento de la tragedia, Lillian tenía 5 años y su familia retornaba de Suecia hacia los Estados Unidos, de arreglar unos asuntos familiares. Padre, madre y 4 hermanos se embarcaron en el Titanic. Al momento del choque contra el iceberg, todos se encontraban dormidos. Al darse cuenta de la emergencia, el Sr. Asplund tomó todos los documentos de valor, incluyendo el dinero, levantó a su familia y salieron a cubierta. La Sra. Asplund, uno de los hijos y Lillian fueron admitidos en uno de los botes salvavidas y rescatados posteriormente por el RMS Carpathia, el primer barco que llegó a la zona de desastre y que rescató a varios de los náufragos. Por desgracia, el resto de la familia Asplund murió en el hundimiento. Lillian se negaría toda su vida a hablar de aquello de lo cual guardaba recuerdos muy vívidos, ya que aún recordaba el olor de la pintura del Titanic y dijo que verlo hundirse “era como ver caer a un edificio muy grande”. Lillian Asplund murió a los 99 años el 6 de mayo de 2009.

Uno de los casos curiosos de sobrevivientes fue el de Michel y Edmond Navratil. Al momento del desastre, los niños tenían 4 y 2 años, respectivamente. Sus padres se habían separado en malos términos y la custodia de los hijos se le había dado a la madre pero el padre decidió emigrar a los Estados Unidos con los dos hijos, sin decirle nada a la madre. Así fue como llegaron a Inglaterra para embarcarse en el Titanic. Después del choque contra el iceberg, el Sr. Navratil logró colocar a los niños en el último bote salvavidas. Los dos niños se salvaron pero el padre murió. Como no había ningún adulto acompañando a los menores, se hicieron publicar en la prensa varias fotos de los dos, que fueron bautizados como “los huérfanos del Titanic”, para ver si alguien los reconocía. Su madre, que estaba en Francia, logró así dar con el paradero de sus hijos y recuperarlos. Michel Navratil murió a los 92 años en el 2001.

Richard Norris Williams era un tenista profesional que se encontraba a bordo del Titanic con su padre. Viajaban en primera clase. Poco después del impacto, ayudó a liberar a un pasajero rompiendo una puerta, motivo por el cual fue reprendido por un camarero que lo amenazó con multarlo. Williams estuvo en el barco casi hasta el final hasta que pudo nadar a un bote salvavidas que había sido arrancado de la cubierta. Allí permaneció aferrado con las piernas metidas en las aguas heladas durante 6 horas hasta ser rescatado por el Carpathia. Sus piernas resultaron tan severamente afectadas que los médicos le recomendaron la amputación, pero él se negó. Cuatro meses después se recuperó plenamente y volvió a sus torneos de tenis, jugando en el Abierto de los Estados Unidos y destacando en numerosos torneos posteriores.

Quizás uno de los casos más asombrosos de sobrevivencia del Titanic sea el de Charles Joughin, el jefe de panaderos del barco. En cuanto comenzó la emergencia, recibió instrucciones de suplir los botes salvavidas con alimentos y repartió entre ellos varias hogazas de pan. Así mismo ayudó a mujeres y niños a subir al bote número 10. En las idas y vueltas de las labores de salvamento, Joughin no desperdiciaba la ocasión para echarse unos buenos tragos de whisky. El licor era abundante en el barco y encontrar una botella no era difícil. De acuerdo al manifiesto del barco había 1,500 botellas de vino, 20,000 botellas de cerveza, 17 cajas de cognac y 191 cajas de licores varios, entre muchas otras bebidas alcohólicas. Pero Joughin se concentró en beber whisky. A la hora del colapso final del barco, Joughin remontó el barco sobre sus rieles (tal como hacen los personajes de la película Titanic de James Cameron), logrando mantenerse a flote durante unas dos horas, hasta que pudo nadar al bote plegable B. No había espacio para él allí pero uno de sus ocupantes, el cocinero Isaac Maynard, lo reconoció y lo sostuvo de la mano, mientras parte del cuerpo de Joughin seguía bajo el agua. Así permaneció hasta que fueron rescatados. Según los doctores que lo examinaron, el alto contenido de alcohol que tenía en la sangre pudo haber contribuido a salvarlo, ya que eso lo mantuvo caliente interiormente.

¿Y qué fue del vigía que avistó el iceberg? Frederick Fleet nunca conoció a su padre y fue abandonado por su madre, que se fue con un amante cuando todavía era pequeño. Fleet fue criado por una sucesión de parientes lejanos y de familias adoptivas hasta que en 1903 decidió trabajar como marino, escalando poco a poco las diferentes posiciones de la carrera.

Fleet pudo salvarse del hundimiento ya que fue asignado para maniobrar uno de los botes salvavidas. Posteriormente prestaría servicios en las fuerzas armadas británicas en las dos guerras mundiales. Sin embargo, muchas de las personas que lo conocieron dijeron que Fleet vivió muchos años con sentimientos de culpa y con un terrible cargo de conciencia por no haber visto el iceberg antes, algo que era discutible debido a que no se le había equipado con los binoculares que hubieran permitido un avistamiento más temprano, hecho que quizás hubiera evitado la tragedia. En diciembre de 1964 falleció su esposa, lo cual le provocó una gran depresión y Frederick Fleet terminó suicidándose por ahorcamiento el 10 de enero de 1965, a la edad de 78 años.

Una de las anécdotas más populares del hundimiento es que mientras el Titanic se hundía, los 8 miembros de la banda de música, dirigidos por Wallace Hartley, se instalaron en el salón de primera clase a tocar música para que los pasajeros se mantuvieran calmados y no perdieran la esperanza. Luego se trasladaron a la parte de popa donde estaban los botes salvavidas y siguieron tocando aún cuando estaba claro que el barco iba a hundirse. Los ocho murieron en el naufragio.

(Publicado en la revista Séptimo Sentido, La Prensa Gráfica, 15 de abril 2012).

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