La ficción nunca es pura y la invención novelesca siempre es alimentada por la experiencia, ya se trate de la experiencia cotidiana o de hechos que se pueden encontrar en la vida, en la prensa y que uno siente el deseo de metamorfosear un poco en el marco de la novela. Pero yo no creo en la inspiración. No creo en la imaginación pura. Las novelas parten de cosas reales. Las últimas que escribí están centradas en personajes reales. Yo había escrito un libro, hará unos doce años que para mí es un ejemplo. Se llama Me voy. Tenía ganas de trabajar sobre el mercado del arte, del comercio del arte, el arte contemporáneo sobre todo. Me interesaba como un territorio totalmente desconocido. Y quise aprender cosas al respecto para hacer el marco de una novela y entonces, tomé un grabador y fui a ver artistas, coleccionistas, marchands, galeristas y los escuchaba hablar. Cuando llegaba a mi casa, escribía todo a máquina y a partir de ahí podía empezaba a crear, a imaginar una ficción novelesca en base a ciertos elementos. Para algunos libros fui a hacer localización y búsqueda, como para una película. Y por ejemplo, en el caso de Al piano, tenía ganas de trabajar en un personaje que fuera intérprete y volví a hacer lo mismo. Fui con mi grabador a ver a un gran pianista francés, que ha grabado mucho, da muchos conciertos, que graba, que es muy famoso en Francia y le pedí que me hablara de su vida cotidiana. A partir de ahí pude empezar a construir hipótesis, a imaginar cosas. Pero siempre necesito esa base de documentación, una base de realidad, un hilo conductor, no puedo improvisar. Conozco escritores que parten en la improvisación. Yo no, no tengo ganas, no soy capaz.
Otra entrevista con Jean Echenoz en Revista Ñ, mi reciente descubrimiento literario.
Pingback: Bitacoras.com