El origen del libro fue el viaje de McEwan al círculo Ártico en 2005 con un grupo en el que se mezclaban los científicos y los artistas para presenciar de primera mano el cambio climático. “Me encantó ese viaje”, comenta. “Mientras los escultores y los pintores se dedicaban a lo suyo, yo hacía caminatas con quien quisiera venir conmigo”. Mientras recorría los fiordos helados con Antony Gormley, hablaba sobre el paisaje y la imaginación. En la cena había “conversaciones idealistas sobre lo diferentes que teníamos que ser en nuestras relaciones con el Gobierno”. Pero justo al otro lado de la puerta del alojamiento había un cuarto para las botas. “Era un caos. No había mala intención, pero la gente era descuidada y cogía sin darse cuenta las cosas de los demás. La ropa y el equipo que estaban ahí para salvarnos la vida, que deberíamos haber podido cuidar muy fácilmente, desaparecían, y pensaba, a pesar de todas las bonitas palabras y las buenas intenciones, a lo mejor la naturaleza humana era cómicamente incompetente para ocuparse de ese problema “. Copenhague confirmó sus temores. “A los líderes mundiales les resultaba inaudito que la ciencia los convocara. Pero acabó en desbandada y conflicto con elementos de farsa de Whitehall. Por eso pensé que si alguna vez me ponía con este proyecto, querría escribir sobre un tipo con muchos defectos. Alguien imposible o imposiblemente egoísta”.
Entrevista con Ian McEwan en El Cultural, sobre su novela Solar.
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