Sit tibi terra levis
Acabo de regresar de un entierro. La madre de un querido amigo falleció el día de la Virgen de la Candelaria, el 2 de febrero. Tocó avisar a otros amigos, llegar a la vela, ir al entierro. Cada vez que muere alguien me es inevitable recordar todos los muertos, velorios y entierros de mi vida, no importando el nivel de parentesco o de afinidad emocional, ni siquiera importando si conocí a la persona o no, como cuando los deudos son familiares de amigos cercanos. Revivo en mi memoria cada muerte en una sucesión desordenada de escenas rápidas, enfocadas en algún detalle, como en un collage cinematográfico.
