El pasado 17 de enero, la escritora japonesa Rie Kudan ganó el premio Akutagawa, el más prestigioso galardón literario de Japón. El premio se otorga dos veces al año (en enero y en julio), y busca promocionar a nuevos autores japoneses. La novela ganadora se llama Tokyo To Dojo To (La torre de la compasión de Tokio, en traducción literal).
Cuando Rie Kudan dio sus primeras declaraciones en la sede de la editorial Shinchosha, admitió que para escribir el libro se había auxiliado de ChatGPT, el servicio de inteligencia artificial disponible en internet. Según Kudan, la utilización de la IA fue mínima, “sólo una página” de las 144 que consta la novela.
Según Kudan, la IA debería ser usada por todos los escritores, ya que sabiendo aplicarla, puede servir para “enfrentar tus propias debilidades”. La escritora agregó que piensa seguir usándola en futuras creaciones, porque “es una tecnología que puede expandir tu potencial” y ayuda a compensar las mencionadas debilidades. Kudan no encuentra conflicto alguno en su uso para aplicarlo a la creación literaria.
El caso de Kudan recuerda a un par de recientes ganadores de concursos artísticos, cuyos autores también usaron la IA. En 2022, el diseñador de juegos Jason Allen ganó un concurso en la Feria Estatal de Colorado, Estados Unidos, en la categoría de “Artes Digitales/Fotografía Digitalmente Manipulada”, con la obra titulada Theatre d’Opera Spatial. Allen generó una imagen a partir de un texto que escribió y que fue alimentado a Midjourney (uno de los mejores servicios de IA para generar imágenes).
Cuando se dio a conocer el fallo y que la obra había sido generada por IA, Allen justificó el uso de Midjourney diciendo que lo que la IA había provisto fue un material base que el diseñador trabajó y editó mediante varios programas, hasta lograr el resultado deseado. De hecho, ante la polémica y las críticas generadas por el fallo, Allen declaró que no iba a disculparse por haber ganado ya que, en su opinión, el mérito de la obra estaba en todo el trabajo aplicado a la ilustración original de la IA.
El año pasado, el artista alemán Boris Eldagsen ganó el concurso anual Sony World Photography Awards, con una fotografía creada por IA. Pero a diferencia de Allen, Eldagsen rehusó el premio, admitiendo que no era una foto real. La foto fue producida con Stable Diffusion, otro programa de IA que genera imágenes a partir de prompts o comandos escritos.
El artista alemán declaró, al renunciar al premio, que envió la fotografía para saber si quienes organizan este tipo de concursos están listos para distinguir entre fotografías e imágenes producidas por IA. Agregó que el mundo de la fotografía necesita una discusión para establecer hasta qué punto lo que hoy en día se considera fotografía puede o no amparar imágenes producidas con herramientas de inteligencia artificial.
Desde que las diversas herramientas de IA se hicieron disponibles al público, muchas de ellas de manera gratuita, han surgido numerosas dudas y críticas que todavía no tienen respuesta clara. Algunas de esas dudas son de carácter ético y hasta legal debido a que la IA funciona con un inmenso banco de datos que ha sido alimentado con numerosas obras literarias, fotografías, pinturas, imágenes y textos de toda índole. A medida que los usuarios suben sus propias imágenes, fotografías o textos para cumplir algún tipo de petición o prompt, la memoria referencial de la IA va creciendo. Todo ese material servirá, de ahí en adelante, para generar los resultados que se le soliciten.
Cualquiera puede generar una imagen que refleje el estilo de Picasso o Van Gogh, o solicitar que la IA escriba una historia al estilo de uno u otro escritor famoso. Cualquiera que tenga experiencia en usar programas de edición de imágenes, como el caso de Jason Allen, podrá tomar esas imágenes y modificarlas numerosas veces hasta obtener un resultado adecuado a los propósitos iniciales.
Pero ¿es ético utilizar la IA para generar material y hacerlo pasar como propio, sabiendo que lo que hace el sistema es refritar materiales que conoce (para decirlo en una forma muy burda pero fácil de comprender)? Aunque se llame “inteligencia”, la IA no es capaz de generar material creativo por iniciativa propia o de manera espontánea. No puede analizar, pensar y volcar su experiencia individual ni mucho menos sus emociones, en ninguno de sus resultados, simplemente porque no tiene la capacidad para hacerlo. Puede crear resultados curiosos a partir de múltiples algoritmos que coordinan palabras o imágenes, pero el resultado siempre será una fría combinación de elementos que pueden, o no, tener algún sentido para un humano.
Por otro lado, más allá de lo ético, cabe preguntarse qué pasará con los escritores y artistas a futuro. La creciente tiktokización del material que se consume de manera masiva en internet está obligando a muchos medios de comunicación a desarrollar productos audiovisuales atractivos para alcanzar a sus audiencias. También se está reduciendo la longitud de algunos productos, debido a que los niveles de atención de la sociedad son fugaces. Mucha gente se queja cuando las películas duran más de dos horas. Las editoriales no quieren publicar libros demasiado largos (sobre todo si no ven en ellos una evidente oportunidad comercial).
Tampoco se trata de evitar el uso de las IA, sino de aprender a utilizarlas como una herramienta de apoyo, de refuerzo al trabajo creativo. Es hora de que artistas, fotógrafos, escritores y otras personas dedicadas a las labores creativas, discutamos sobre estos temas, para conocer nuestras expectativas, posibilidades y limitaciones. También es importante estar pendientes de las eventuales reglamentaciones legales que permitan llenar los vacíos que puedan surgir ante demandas o pleitos concernientes a la propiedad intelectual.
No cabe duda de que estamos en un momento de transformación global, donde las herramientas tecnológicas serán de gran influencia para el futuro del arte y la literatura. Si esas herramientas servirán para crear propuestas y movimientos culturales emocionantes, novedosos y de calidad, está todavía por verse.
(Publicada domingo 7 de abril, 2024, en sección de opinión de La Prensa Gráfica. Foto de Alex Schwander, tomada de Heraldo, donde Boris Eldagsen posa junto a la fotografía «Pseudomnesia: The Electrician», creada por inteligencia artificial y a la cual se hace referencia en este artículo).
Descubre más desde Jacinta Escudos
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
