Entusiasmada por el tema y con varias inquietudes en mente todavía, decidí buscar al cineasta salvadoreño André Guttfreund y conversar con él sobre su opinión de la situación del cine nacional. Guttfreund ha sido ganador del Premio de la Academia del Arte y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, conocido como Premio Óscar. Es director y productor de numerosas series y películas para televisión y cine.
Hace relativamente poco retornó al país con el objetivo de encontrar gente que pueda dedicarse al cine de ficción, tal como se ha dedicado él toda su vida.
Guttfreund considera que la situación del cine documental en el país es buena. Y esto puede tener que ver con los lugares donde ha estudiado la gente que lo está haciendo, como Cuba, donde se le da mayor énfasis al cine documental como un mecanismo de denuncia social. “Pero en ficción estamos malísimos”, me dice tajante, sentados en la terraza de su casa.
No se puede tener una industria de cine sin cine de ficción porque éste es el que financia luego a los documentales. En cualquier parte del mundo se ven pocos documentales en un cine normal, porque éstos no atraen al público pero la industria no está en eso. Los únicos lugares donde el documental tiene mayor enfoque es en sociedades donde el gobierno ayuda a financiar los proyectos, como en aquellos países donde hay leyes nacionales de cine o fondos nacionales de cine.
“Lo que yo noté también es que en los talleres de cine que existían los trabajos que salían de esos talleres era malo, porque jóvenes que no habían leído mucho, no tenían filmografía, no habían viajado mucho, no habían vivido mucho, estaban haciendo sus propios guiones”, y es categórico al afirmar que sin un buen cuento no hay un buen guión, y sin un buen guión no hay una buena película. “Encima de eso los docentes que estaban enseñando cine nunca habían estudiado ficción ni habían hecho ficción pero la estaban enseñando. Y los docentes estaban culpando a los cipotes de los malos resultados”.
Hubo una época en que algunos se aprovecharon de estas circunstancias dando talleres de cine donde se cobraban cuotas económicas altas pero que tampoco brindaron los resultados esperados. Se daba la situación de que los participantes pagaban un taller muy caro de cine donde se les ponía con un montón de equipo, que para ellos eran como juguetes, y con el cual no sabían qué hacer. “En cualquier buena escuela de cine se comienza con una camarita y dos luces, porque lo que importa es el cuento que se está contando, porque se puede contar una historia hasta con un celular”.
En esto, Guttfreund distinguió a algunos que se aprovecharon del auténtico interés de otros por hacer cine, pero que para los primeros no implicaba más que una especie de glamour instantáneo.
Esto lo motivó a organizar los talleres para la realización cinematográfica de ficción que imparte de manera gratuita, asociado con el Centro Cultural de España. “No sacamos cortos pero sacamos ejercicios pequeños haciendo lo que tiene que hacer el cine de ficción. Llamamos además a escritores como Jorgelina Cerritos, Jorge Galán, Claudia Hernández, para que los grandes escritores nuestros se vuelvan guionistas, para que tengamos gente que pueda hacer cine, que nos dé un buen cuento y que también sepa cómo hacer un guión”.
La idea de involucrar a los escritores salvadoreños en estos talleres nació a partir de una experiencia que tuvo con algunos de los participantes en los talleres que ya se habían dado en el país. “Cuando mencioné que deberían animar a los talleres a encontrar un cuento salvadoreño o centroamericano que les encante, ponerse en contacto con los escritores, conseguir el permiso y adaptarlo, se rehusaron a hacerlo. Preferían escribir sus propias historias como si ver el nombre de uno cinco veces en la pantalla es lo que cuenta”.
Para Guttfreund es imposible pensar en el cine sin ejecutarlo como un trabajo en equipo en el cual todos sus miembros comparten una visión que, finalmente, aporta a la visión del director. “El director acepta las ideas que le gustan y rechaza las que no le parecen pero se abre y abraza las ideas creativas de su equipo”.
Interrogado sobre si en El Salvador existe la posibilidad de crear una industria de cine, Guttfreund cree que sí, aunque en dimensiones acordes a nuestra realidad. Habla primero de una mini-industria para la cual es vital hacer paralelamente tres cosas: formación, capacitación y dar empleo.
Esta mini-industria podría arrancar con proyectos como realización de cortos, series de televisión y hasta alguna telenovela nacional, que no sólo permitiría oportunidades de empleo en su área de formación a la gente que actualmente está entrenándose, sino que les permitiría también la oportunidad de practicar y afinar el oficio con miras a crear largometrajes de ficción en el mediano plazo.
En parte, el personal con el que se está trabajando ya tiene algo de conocimiento pues viene de áreas como la publicidad o el teatro, cuyo entrenamiento necesita algunos ajustes y conocimientos de las técnicas cinematográficas. “La gente aprende rápido, tienen gran entusiasmo y talento, son como esponjas”.
Pero hay otro tipo de obstáculos a vencer y algunos son meramente culturales. “Hay que cambiar la mentalidad de que algo, solamente por ser salvadoreño, hay que celebrarlo. Cuando yo empecé a criticar constructivamente algunos materiales en el sentido de que no valían, que tenían que hacerse mejor, lo que me decían era ‘chís, pero por lo menos se hizo el esfuerzo’. Eso es bien auto denigrante. Mientras sigamos diciendo que sólo hay que premiar el esfuerzo nunca vamos a poder competir y nunca vamos a alcanzar la calidad a la que aspiramos”.
Iniciativas, como la del Centro Cultural de España, están empeñadas en traer a talleristas para formar intensivamente a gente en los diferentes sectores del quehacer de cine para tener eventualmente el equipo humano necesario para hacer un largo de ficción o una serie. “Si el salvadoreño no está bien formado, entonces nunca nos van a ver con respeto. Tampoco es bueno que contraten a un salvadoreño porque es más barato que un mexicano o que un argentino”.
Otro de los obstáculos a vencer es el malinchismo. Por desgracia no parece que nos gusta nada o no le encontramos el valor a nada de lo nuestro a menos que venga legitimado el esfuerzo desde fuera del país. “Por eso es importante hacer cosas de suficiente calidad para que nuestras películas entren a festivales de importancia, que puedan recibir premios y que críticos de otra parte puedan decir ‘nunca nos imaginamos que algo así se estaba haciendo en El Salvador’, porque sólo nos conocen por las maras y la guerra”.
En ese sentido, pensar en una industria de cine salvadoreño contribuiría positivamente al país, no sólo desde el aspecto económico sino también desde la imagen que se da de El Salvador. Contribuiría al cambio de imagen que necesitamos. “Vendría el turismo, vendría gente a filmar aquí sus comerciales sin necesidad de traer todo el personal porque ya lo podrá encontrar aquí”.
También conversamos sobre la Asociación Salvadoreña de Cine y Televisión (ASCINE) y sus esfuerzos por promover una Ley de Cine en El Salvador. Actualmente la Asociación cuenta con 50 miembros activos, y quieren aumentar la membrecía a 100. Se quiere aglomerar la información sobre talleres, becas y financiamientos, aunque sean pequeños, para realizar cortos, por ejemplo, y subirlos a YouTube. “Ahora hay muchas avenidas para que la gente pueda hacer cosas pero al mismo tiempo esas avenidas permiten que mucha gente sin talento se crea que es cineasta”.
Guttfreund es de la idea de que hay que buscar los talentos en todo el país, no sólo en la capital. Para ello se están preparando algunas actividades a futuro que permitirán rastrear en los diferentes departamentos a los talentos desperdigados que estén interesados y tengan habilidades para dedicarse al cine.
Debo decir que al terminar la conversación con André Guttfreund me sentí optimista ante la estrategia de formación que se está implementando y ante la seriedad con la que se están abordando los planes a corto y mediano plazo.
Como dije en la entrega anterior, de continuar así dichos esfuerzos, es muy posible que pronto tengamos resultados y sorpresas en el quehacer cinematográfico nacional.
(Publicado en revista Séptimo Sentido, La Prensa Gráfica, 24 de junio 2011).