Gabinete Caligari

Bram Stoker, el creador de Drácula

En 1897 se publicó un libro que marcó un antes y un después en el género de las novelas de horror. Se trató de Drácula, la novela que tenía como protagonista a un Conde vampiro que intenta mudarse de Transilvania a Inglaterra, y la batalla que se desata entre él y un pequeño grupo de hombres que lo descubren, dirigidos por el singular profesor Van Helsing.

No era ésta la primera publicación sobre vampiros. Anteriormente habría que mencionar como destacadas la novela Carmilla de Joseph Sheridan Le Fanu y El vampiro de John Polidori. Esta última fue creada, por cierto, en el mismo aliento creativo de aquel verano de 1816 en que se juntaran los esposos Shelley, Mary y Percy Bysshe, con Lord Byron y otros personajes, en la Villa Diodati en el Lago de Ginebra, donde aburridos por el mal clima y la incesante lluvia, se dieron a contar cuentos de horror y fantasía. Fue en el mismo período que Mary Shelley compuso otra famosa historia de horror, Frankenstein.

Pero la novela Drácula tuvo características que se impusieron sobre los lectores y que han pervivido hasta el presente siendo un punto de referencia indiscutible en cuanto a la creación de futuras historias con el tema del vampirismo. Drácula, contada de manera epistolar, con intercambios de cartas, notas de periódicos, telegramas, facturas y diarios de a bordo, haciendo saltos en el tiempo, las más de las veces habla del conde Drácula, creando una expectativa inusual sobre el personaje que aparece realmente poco en el libro.

El autor de esta novela fue el irlandés Abraham Stoker, conocido luego como Bram, un hombre que mantuvo su vida bastante privada y del que resulta difícil escribir notas biográficas sin decir lo que ya ha sido dicho.

Nació en Clontarf en 1847. Fue el tercero de siete hermanos. Su familia era de origen burgués, trabajadora y austera. Su madre Charlotte Mathilda Blake Thornley era feminista y escritora. Ella creció en Correction Street en Sligo, junto al asilo de dementes y de la cárcel. De niña vio el hambre en los personajes que poblaban aquellos lugares y también vio las epidemias de cólera que se desataban. Se decía que los sacerdotes daban de latigazos a los cuerpos para cerciorarse de que estuvieran muertos y no enterrarlos vivos.

Cuando niño, Bram Stoker sufrió una enfermedad no definida que le impidió caminar hasta la edad de siete años. Por lo tanto no pudo atender la escuela y permanecía en casa en compañía de su madre quien le leía y le contaba diversas historias, muchas de ellas llenas de terror y fantasía, las cuales influirían después en la escritura de Stoker.

Superada la enfermedad, asistió a la escuela y se tomó como propósito aventajar a los demás en deportes y ejercicios físicos. Se dio con fervor a la caminata a distancia, a las carreras, al levantamiento de pesas y al rugby, desarrollando una excelente condición física y ganando incluso algunos premios.

En 1864 ingresó al Trinity College y se graduó en 1870 de matemáticas y ciencias. Trabajó como funcionario en el Castillo de Dublín pero su paso por el Trinity le estimuló uno de sus grandes gustos: el teatro. Comenzó a escribir críticas teatrales que fueron publicadas en el Dublin Evening Mail así como en otros periódicos.

En 1876, Stoker hizo una crítica favorable de una puesta en escena de Hamlet, interpretada por el actor Henry Irving. Esta crítica habría de ser decisiva en la vida del autor, ya que Irving lo llamó para conocerlo y se convirtieron en grandes amigos de por vida. De hecho, Irving contrató a Stoker como su representante y secretario personal, trabajo que realizaría hasta la muerte de Irving en 1905.

En 1878 Stoker se casó con Florence Balcombe, de quien se decía era una de las mujeres más bellas de Dublín. Florence había sido novia de Oscar Wilde y la amistad de los dos hombres se vio afectada por esta decisión. Con Florence, Bram Stoker tendría a su único hijo, Irving Noel.

La pareja pronto se mudó a Londres para que Stoker pudiera dirigir el Lyceum Theatre de Irving. La administración de este teatro y de los asuntos de Irving le permitieron a Stoker viajar por muchos países del mundo, incluyendo los Estados Unidos, aunque nunca pudo ir a los países del este donde se desarrolla parte de la trama de Drácula.

Paralelo a esto, comenzó a escribir sus novelas, cuando su tiempo libre se lo permitía. Así mismo comenzó una investigación sobre el folklore y mitos europeos sobre los vampiros. Se dice que parte de la idea para la concepción de Drácula la recibió Stoker no sólo de las novelas ya mencionadas (Carmilla y El vampiro), sino también de la historia de la condesa Elizabeth Bathory, nacida en el reino de Hungría y sospechosa de haber torturado y asesinado entre 36 y 700 mujeres jóvenes, ya que creía que bañarse en su sangre y beberla la mantendría joven.

No cabe duda que en sus estudios de historia húngara, Stoker debió haberse topado con la tenebrosa figura de Vlad Tepes o Vlad III, el Empalador, príncipe de Valaquia, conocido por su costumbre de empalar a sus enemigos, que eran muchos, y por llegar incluso a comer en lo que fue una especie de bosque de empalados, el día de San Bartolomé de 1459, cuando empaló a la mayoría de sajones de Brasov. A los que no mandó a empalar, hizo que sus soldados los mataran a sangre fría con espadas, picas y cuchillos. De ahí la fama de adicto a la sangre con la que pasaría a la historia este príncipe.

Pero irónicamente Bram Stoker sería reconocido más bien por un libro de memorias que escribió sobre Henry Irving y no tanto por la novela Drácula, pese a las buenas críticas que recibiera cuando fuera publicada. Incluso llegó a recibir una carta de felicitación de su amigo Arthur Conan Doyle, autor de las célebres aventuras de Sherlock Holmes, en las que felicitaba a Stoker por lo que le parecía un buen libro.

Stoker escribió varias obras más, entre 11 novelas, 2 libros de cuentos, así como otros libros de no ficción y crítica teatral diversa. Su estilo fue variado e incluyó algunas obras de temprana ciencia ficción hasta ficción meramente comercial.

Bram Stoker murió el 20 de abril de 1912 a los 64 años. Discretamente suele no nombrarse la causa de muerte o decirse que murió de “agotamiento”, pero muchos piensan que murió después de una serie de derrames cerebrales o que murió a consecuencia de una sífilis que habría contraído años antes. Su cuerpo fue cremado y sus cenizas yacen junto con las de su hijo Irving Noel en el mausoleo de Golders Green. Para visitarlas es necesario acudir con escolta ya que siempre se han temido actos vandálicos contra su urna.

El obituario de Stoker destacaría, sobre todo, el libro de memorias que había escrito sobre Irving, publicado en 1906, y su estrecha colaboración con él en asuntos teatrales. A pesar de la buena recepción que tuvo por la crítica, Drácula fue mencionada como una novela más de las varias que fueron publicadas por Stoker en vida.

A comienzos de los años 1980 fue encontrado en una  granja en Pensilvania, Estados Unidos, lo que se cree es el manuscrito original de la novela, un texto manuscrito con muchas correcciones, de 541 páginas, con el título de El no muerto y abajo el nombre de Bram Stoker. Cómo o por qué el manuscrito estaba allí es un misterio, pero lo cierto es que la novela tenía un nombre diferente con el que llegó a ser conocido.

Pero su personaje ha sobrevivido al tiempo en el imaginario colectivo. Desde la primera versión fílmica del vampiro, Nosferatu de Friedrich Wilhelm Murnau de 1922, hasta las recientes películas de la serie Crepúsculo, pasando por las variadas versiones literarias de vampiros como la saga de Anne Rice Entrevista con el vampiro y sus diversas continuaciones, y los libros de Stephenie Meyer que inspiraron las películas mencionadas de Crepúsculo, pasando por la serie de HBO, True Blood, lo cierto es que nuestra fascinación con el mundo de los vampiros no sería la misma si no existiera como precedente la novela Drácula, escrita por un hombre de vida más bien discreta llamado Bram Stoker.

(Publicada el 29 de abril 2012, revista Séptimo Sentido, La Prensa Gráfica).

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