Hace pocos días leí la novela El último encuentro de Sandor Marai, autor al cual llegué por curiosidad, igual que muchos, movida por su nombre y su historia personal. Han sido múltiples los comentarios de halago de este autor húngaro que ha sido por decirlo así, redescubierto en años recientes y cuya obra se ha ido editando poco a poco en español y que se había ido convirtiendo en uno de mis pendientes de lectura. Lo leí con grandes expectativas y quizás eso hizo que mi lectura fuera algo decepcionante. Pero voy a explicarme mejor pues no quiero decepcionar a potenciales futuros lectores.
La novela relata el reencuentro de dos amigos que fueron criados prácticamente juntos, una amistad muy intensa desde niños. La separación ha durado 41 años y el reencuentro es preparado muy minuciosamente por uno de ellos en cuyo palacete va a llevarse a cabo la cena del reencuentro y donde todo va a disponerse como durante la última vez que se vieron. Sépase que los amigos se criaron juntos en la escuela militar, en el imperio austro-húngaro y que aunque uno de ellos era de menor condición social, eso nunca fue obstáculo para que la amistad fuese de lo más intensa e incondicional. Pero por supuesto, hubo algo que los mantuvo alejados durante tantos años y es lo que va a ventilarse en las 187 páginas del libro.
La novela maneja escasos personajes y no ocurre en realidad mucho. Se desarrolla en larguísimos monólogos de uno de los personajes que le explica y reclama al otro y donde se ponen en claro todas las circunstancias del pasado que provocaron la separación y que explican minuciosamente las relaciones familiares y de amistad que unieron a ambos personajes, pero no asistimos a ningún tipo de suceso ni acontecimiento más.
Limpiamente escrita, en un estilo muy clásico de la forma y del lenguaje, me parece que es un tipo de novela que no será atractiva para muchos lectores. Y quizás sí lo sea para otros que ya estén cansados de las novelas hiper-realistas o del tipo de lecturas caracterizadas como “realismo sucio”. Aquí se trata más bien de una obra de tipo psicológico, si quiere caracterizársele de algún modo. El autor hace un profundo análisis de las relaciones humanas y del vínculo de la amistad, sobre todo, de la lealtad, la vejez, el paso del tiempo.
Me dio un poco la impresión, al concluir, de que quizás comencé mi lectura de Marai por la novela equivocada, aunque El último encuentro es uno de sus libros más sonados. Insisto: el libro está muy bien escrito, pero me dejó con ganas de más o de otra cosa. Hay muchas evocaciones de otros autores: Zweig, Tomas Mann, incluso (salvando inmensas distancias, sobre todo en la forma, porque lo de Marai es muy clásico y convencional), me recordó un poco a Lobo Antúnes por su libro Esplendor de Portugal, acaso más bien por el argumento, por esa rencorosa melancolía de esperar a alguien que se sabe no aparecerá nunca, no sé.
Puede ser que la historia personal del escritor Sandor Marai, obligado al exilio, defenestrado por el comunismo, nunca conforme con su defenestración literaria, que cometió suicidio a los 89 años luego de la muerte de su adorada esposa, hayan sido todos elementos que agigantaron al escritor Marai, sobrevalorando su obra. Se dice también que sus memorias Confesiones de un burgués son lo mejor que dejó escrito. No lo sé. Tengo sus memorias en mi posesión y las leeré un día, pero no pronto, pues por el momento prefiero pasar el trago con otras lecturas y no me abalanzaré sobre nuevos libros de Marai hasta que se me pase un poco esta experiencia de lectura que no me dejó muy emocionada.
En resumen: un libro que se deja leer y que leí hasta el final esperando un “algo” que jamás llegó, pero hubiera preferido leer otras cosas, que tengo bastantes pendientes que creo son más emocionantes y que seguro me gustarán más. Quizás hubiera comenzado por sus memorias y de ahí se me harían más comprensibles sus novelas… Me quedo con la impresión de que Marai, aunque buen escritor, está algo sobrevalorado por motivos extra-literarios. O que, como dije, no entré a su obra por la novela “correcta”.
Eso de no entrar a la obra de un autor por el libro correcto me pasó con Dickens. El primer libro que leí de él fue Oliver Twist, que no es uno de mis favoritos. Me pareció muy triste, deprimente. Muchos años después leí David Copperfield y encontré al Dickens que había esperado en esa primera ocasión.
LikeLike
Eso no significa que yo haya renunciado a leer más libros de Marai, pero no será ahoritita… probaré con otros más adelante. 😉
LikeLike
Pingback: Bitacoras.com