Lo leído

My Dark Places, James Ellroy

Hay que tener mucho hígado no sólo para leer este libro sino también para haberlo escrito. James Ellroy ha contado en My Dark Places (traducido al español como Mis rincones oscuros), la historia del asesinato y posible violación de su propia madre, hecho que ocurrió cuando Ellroy tenía apenas 10 años, pero asunto con el que se obsesionó por el resto de su vida.

Lo que se lee en el libro es un frío recuento no solamente del crimen en sí, sino de la posterior vida del niño sin su madre y cómo trató de comprender y convivir con este trauma (cosa que de hecho jamás ha podido lograr). En el momento en que el crimen ocurre, Ellroy está justamente viviendo su complejo de Edipo y el complejo truncado lo lleva a una obsesión enfermiza por encontrar en otros crímenes la violencia y el sexo que el niño imagina han acontecido en el asesinato de su madre. Por lo demás, el autor confiesa con extrema sinceridad que en aquella etapa de su vida, él odia y desea al mismo tiempo a su madre y el asesinato le impregna una mezcla permanente de culpa, morbosidad y obsesión por todos los asuntos que quedan sin resolver.

Esto lleva al niño, con la anuencia del padre, a explorar toda la literatura negra de la época en libros y revistas de las que se convierte en un ávido lector. Y curiosamente, ante esta situación, no solamente estamos ante la manera en que alguien está lidiando con un trauma mayúsculo, sino también estamos ante el nacimiento de un escritor.

Estas lecturas lo llevan al conocimiento del caso de la Dalia Negra y del funcionamiento de la policía de Los Ángeles y más adelante se dedicará a la escritura de novelas del género policial (Ellroy es sobre todo conocido por la novela L.A. Confidential, en la cual se basó la película, y también en una novela sobre la Dalia Negra).

En My Dark Places, un libro de memorias muy particular, la primera parte completa está escrita en forma de reportaje policial. Es frío, impecable, limpio y crudo en los detalles que describen el encuentro del cadáver de Jean Hilliker Ellroy, la madre del autor, los detalles de la autopsia, las declaraciones de los testigos y las investigaciones y conclusiones policiales al respecto, incluso con fragmentos muy gráficos de la autopsia.

Las demás partes ya son más parecidas a lo que puede esperarse de un libro de memorias, es decir, van escritas en primera persona por el autor y tratan de reconstruir la vida de James Ellroy desde el momento en que supo del asesinato de su madre hasta la reapertura de la investigación bastantes años después, cuando Ellroy decide que la única manera de exorcizar el fantasma de su madre es afrontar, ya adulto, todo el caso de nuevo.

Lo que no es convencional es la manera de Ellroy de decir las cosas. Comenzando por el nivel de su sinceridad que es extrema. Luego, su palabra es de una frialdad quirúrgica tremenda. No tiene concesiones con nadie, ni consigo mismo, ni con su madre muerta ni mucho menos con los vivos. Con nadie. Eso es lo que le da a su prosa un poder especial. No es una prosa “sucia”, en el sentido de ser una prosa ofensiva que se regodea en muchos detalles y explicaciones (a pesar de lo gráfico que pueden resultar algunos detalles para personas de susceptibilidades delicadas); pero su forma directa y rápida de decir las cosas, sin rodeos ni preparativos es como esos cuchillos que de tan filosos cortan la piel sin uno apenas sentirlo. Cortes rápidos y limpios. El dolor y la sangre vienen después.

Creo que es uno de esos libros que te gusta o no te gusta. Si al lector no le causa rechazo este tipo de lectura, entonces sentirá que el texto se le va volando pues estará ansioso no sólo por saber lo más rápido posible sobre los resultados de las investigaciones sino también sobre el desarrollo de Ellroy en su vida y el arribo a su vocación literaria.

Un libro altamente recomendado para los que gusten de los reportajes de crímenes, la literatura negra y las memorias, pero con la advertencia de que no es para estómagos débiles ni para mentes cerradas.

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