Hay escritores que terminan convirtiéndose en personajes de sí mismos. Es el caso de J. D. Salinger, autor de The Catcher in the Rye y de muchos excelentes cuentos. Su opción de mantener su vida privada y no convertir su oficio en espectáculo público le valió no sólo la virtual persecución de fanáticos de sus libros y periodistas, sino la construcción del mito de sí mismo, donde cuesta distinguir fantasía de realidad.
Y cuando lo único que quería era que lo dejaran en paz, seguimos hablando y escribiendo sobre él después de su muerte.