Cuando la realidad destruye una ficción
Desde hace un par de años venía trabajando una idea para una nueva novela. No tenía definidos muchos elementos, pero sí el escenario y un par de personajes. Ocurriría en una ciudad y en un tiempo indeterminados, donde las personas se comunicarían por medios electrónicos. Cuando salieran a la calle, no hablarían, ni siquiera harían contacto visual entre sí, porque no habría necesidad ni interés en ello. El contacto humano estaría desestimulado por un estado opresor e hiper vigilante, que sancionaría toda subjetividad de los seres humanos, en particular conceptos como la amistad o el amor. Mis dos personajes centrales serían una mujer de 50 y tantos años y su hijo de 30. Ella viviría encerrada en un apartamento con su hijo. Él sería el único que tendría posibilidad de salir, debido a que las personas mayores de 45 años estarían vedadas de andar en la calle y de tener ningún tipo de participación social. En dicha sociedad, al llegar a cierta edad, las personas debían “desaparecer” del cuadro. Se estimularía el suicidio y la …