Las migraciones marcan los tiempos modernos como han marcado, de hecho, la historia de la humanidad. Los primeros habitantes del planeta fueron nómadas y aunque luego conocieron el sedentarismo, siempre hay quienes, por un motivo u otro, han continuado moviéndose, caminando, navegando, volando, huyendo, buscando, regresando, encontrando, reencontrando, descubriendo. El nomadismo pervive.
Definir estos movimientos puede ser amplio: exilio interior, exilio forzado, migración económica, turismo, aventura. Los motivos para el movimiento son diversos como diversa es la gente y los medios por los que se ejecuta. Aviones, autobuses, vehículos, balsas, trenes, caminatas. Diverso es también el paisaje que se atraviesa, los riesgos que se corren. Pero algo unifica toda esta experiencia: el deseo del nómada por contarla, por darla a conocer. Puede ser como un testimonio de éxito; como una medida para prevenir de peligros a otros que estén por emprender la misma travesía; como una aventura que contar a los familiares y amigos; como un relato del asombro que provoca el paisaje y el descubrimiento; como una manera de comprender lo que se dejó atrás, una manera de aprehenderlo; o como una purga de nostalgias y melancolías.
Literatura y movimiento van de la mano. Desde el cuento oral que le hace un centroamericano a algún desconocido en una cantina de Tijuana y que repetirá a toda persona que tenga oídos para escucharlo, pasando por los abundantes reportajes periodísticos y documentales que enumeran las experiencias, las condiciones y los resultados del viaje de migrantes, refugiados y exiliados, muchas de dichas historias terminan convertidas en crónicas de viaje, uno de los primeros y más antiguos géneros literarios, porque el ser humano se ha visto siempre en la necesidad de ambas cosas: viajar y contar su viaje.
¿Qué sería de la literatura centroamericana, cuáles serían sus limitaciones actuales, de no haber sido por los escritores que se atrevieron o se vieron obligados a dejar su tierra y ejercer su oficio literario en otras fronteras? ¿Hubiera variado el rumbo del modernismo de manera radical si Rubén Darío no hubiera vivido en Sur América y Europa? ¿Podríamos imaginarnos una literatura guatemalteca sin las influencias europeas y mexicanas, sin los exilios y viajes de Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Mario Monteforte Toledo y Augusto Monterroso? ¿Qué sería de la obra de Roque Dalton sin Taberna y otros lugares o el testimonio de Miguel Mármol, ambos libros concebidos y trabajados durante su estancia en Praga, Cuba y México? ¿Será que Joaquín Gutiérrez, en su estadía chilena, vio con claridad lo que inspiró la mayor parte de su obra, evocaciones inequívocas del Caribe y el ser costarricense? ¿Contribuyeron los exilios de Eunice Odio y Yolanda Oreamuno en México, a arrancar del silencio algunos de los versos más intensos que se han escrito en nuestra región?
Los tiempos actuales no han variado esta situación. Por el contrario, pareciera verse incrementada. Los diversos sucesos sociales, económicos y políticos originados en la década de los 80 continúan, décadas después, causando migraciones masivas de ciudadanos, sobre todo de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
A la larga lista de autores centroamericanos que han tenido que escribir buena parte de su obra en el exilio, se suman hoy en día nuevas voces. Autores que cuentan historias fuera de nuestras fronteras pero que mantienen un vínculo estrecho con nuestra realidad. Autores que han tomado ventaja de las facilidades culturales de otros países, donde hay editoriales mejor dispuestas a publicar estas historias, así como un público más receptivo para su consumo.
Entre ellos se puede mencionar el libro Solito, el testimonio de Javier Zamora, quien relata su experiencia al tener que cruzar la frontera hacia los Estados Unidos con apenas 9 años, para reunirse con sus padres. El libro ha tenido una gran acogida en el exterior, al punto de entrar en la lista de los libros más vendidos del New York Times. Por cierto, ya se puede encontrar en una librería local, en su traducción al español.
Otro testimonio que merece atención es Unforgetting. A Memoir of Family, Migration, Gangs, and Revolution in the Americas, de Roberto Lovato, hijo de migrantes salvadoreños, nacido en California, que en los años 80 vino a El Salvador a integrarse a la guerrilla. Lovato, por cierto, prefiere pensar a los migrantes como “refugiados”, porque huyen de diversos tipos de peligros que los acosan en su propio país. “Donde la mayoría cree que la crisis de refugiados es ‘nueva’, yo veo una continuidad de la historia y la memoria. Donde muchos creen que la historia comienza en la frontera, yo veo un tiempo-espacio continuo de violencia, migración y olvido… Donde otros consideran que mi historia es una historia centroamericana, yo la veo como una historia acerca de los Estados Unidos”, escribe Lovato.
A estos libros viene a sumarse la recién anunciada película Problemista, escrita, dirigida y coproducida por Julio Torres, nacido en El Salvador, graduado en estudios literarios en Estados Unidos en el 2011 y enfocado en la escritura de comedia. Su película, que cuenta con la actuación de Tilda Swinton e Isabella Rossellini, como voz narradora, tiene como protagonista a Alejandro (interpretado por el mismo Torres), un diseñador de juguetes que lucha contra el tiempo para lograr la renovación de su visa de trabajo. Por lo visto en el trailer inicial, la película de Torres trabaja un tipo de comedia más fina, alejada de la bayuncada y el chiste vulgar y facilón al que nos han mal acostumbrado producciones locales de fácil olvido.
Seguramente existen otros ejemplos de cómo nuestros compatriotas ven y retratan el fragmento de realidad que les ha tocado vivir, una realidad que tiene su raíz emocional en esta tierra, un referente inevitable para la historia de millones de salvadoreños que viven fuera del país.
Como bien dice Roberto Lovato, estas historias son un continuo de lo que acá vivimos. Parte de la visión caleidoscópica que ofrece la agridulce realidad centroamericana, matizada siempre por la fragmentación que producen las distancias y las migraciones.
(Publicado en sección de opinión, La Prensa Gráfica, domingo 4 de junio, 2023. Ilustración de kalhh en Pixabay).
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